domingo, 15 de marzo de 2009

El Sistema del Poder Vol. 1. Introducción

El Sistema del poder (Parte 1ª --> La falsa libertad)

Por: Masquerpa



El Sistema del poder © , es una obra que comprende 4 partes: 1ª La falsa libertad; 2ª La teología de la dominación; 3ª El Ser antisistémico, y; 4ª La realidad objetiva. En esta primera entrega, se presenta la introducción de la parte primera.


Introducción

A lo largo de la presente obra, se encontrará con dos problemas: el primero es el lenguaje. La precisa comprensión de los enunciados, depende de la capacidad del lector, misma que no es la que desearía, ya que como podrá comprobar conforme avance en la lectura, la conceptualización de las ideas está limitada a lo que el Sistema ha establecido; conceptos que se pretenden establecer en cierto sentido, pueden aparecer al lector con otro, lo que da al traste con el enunciado en su conjunto; la interpretación de las ideas que el lenguaje intenta comunicar no siempre será la que el autor pretende0. Entonces el problema que se plantea aquí, es la influencia que el Sistema ejerce sobre la comprensión del lenguaje. Desgraciadamente, el lenguaje no sometido a tal influencia, es el que casi no se usa, el que casi nadie entiende, el lenguaje complicado que usan algunos investigadores, intelectuales, filósofos, teólogos, escritores, etc., el cual no es tan accesible para la mayoría, a causa de su falta de uso corriente. Utilizar un lenguaje poco comprensible, no ayuda al lector; pero si uso un lenguaje de uso corriente, tendré que redundar, usar ejemplos y dar definiciones muy elaboradas para asegurarme que las ideas sean trasmitidas lo más claramente posible.

El segundo problema, son los referentes externos al Sistema, necesarios para la construcción de esta crítica, los cuales, además de ser limitados, no son de ninguna manera accesibles para el lector cuyos juicios se basan en la ortodoxia del Sistema, es decir, quienes tienen el manejo del lenguaje subsidiado por la civilización no poseen suficientes referentes externos a la misma. Entonces, los principales problemas de este trabajo, son el lenguaje y los referentes fuera del Sistema; el primero por estar viciado por el Sistema; el segundo, porque hay pocos referentes externos y no en todos los temas.

Existe un tercer problema que concierne al autor: su capacidad multidisciplinaria, que no es por mucho, la que desearía, porque como podrá verse, el Sistema es un todo visible y un mucho invisible, donde su análisis involucra amplios conocimientos de la cultura, la historia, todas las ciencias y las artes; el manejo de conceptos y el conocimiento de procesos de toda índole. Pero no es mi intención tampoco desanimar la lectura por esta limitación, al contrario, es una invitación a que el lector complete las lagunas y malas interpretaciones que surgen de este análisis; es de esta manera, hacerlo partícipe dentro de las áreas que él domina. Si la obra logra descubrir al lector el punto ciego del entendimiento externo al Sistema, maravilloso.

Para subsanar en lo posible estas limitaciones, el lector encontrará dos lenguajes: un lenguaje puramente filosófico (difícil para el lector promedio) que, con todo y eso trata, en la medida de lo posible, de no ser tan inaccesible; y otro lenguaje más cotidiano, con ejemplos que aparecen un tanto burdos para el nivel del análisis, buscando acercar un poco más las ideas a la mayoría en entender aquellos conceptos que considero importantes. El núcleo filosófico de la obra, no es de fácil acceso; sólo cuando se ha cubierto toda la superficie, es posible penetrar hacia lo que en principio es invisible.

Técnicamente, un enunciado filosófico debería utilizar exclusivamente el lenguaje dispuesto para tal fin, más sin embargo, esta regla representa la elitificación del enunciado en la medida que el lector carezca del manejo del lenguaje en cuestión. Por tal motivo, esta regla queda excluida del presente trabajo, en la medida de lo posible, en base a que el lenguaje, antes que nada, debe cumplir su objetivo de comunicar las ideas y no representar una barrera que desaliente al lector, como es el caso de infinidad de trabajos filosóficos (v.g. M. Heidegger) en un mundo donde la norma está por debajo de los requerimientos. Es en la tercera parte de esta obra, donde encuentro mayores dificultades para apartarme del lenguaje filosófico, dado que es ahí, donde los conceptos no son explicables a cabalidad sin el manejo de las abstracciones inherentes a ellos.

En relación con el contenido de la obra, es importante señalar que se trata de un Tratado de Filosofía con analítica de aspectos prácticos y de relaciones científicas y humanistas (algo de “Tercer Cultura”), donde la parte puramente filosófica, es una visión que intenta explorar desde una perspectiva “externa” el “interior” que es objeto del estudio, es decir, no parte y se queda en la intimidad de la vida y entorno del Ser Humano como un ente atrapado en una compleja red de relaciones delimitadas por el Sistema, sino que utiliza una visión que parte de la naturaleza de un Ser Humano hipotéticamente libre de la influencia del Sistema, para luego verter los juicios resultantes sobre las causas objeto del análisis. Esta es la diferencia clave que distingue al presente trabajo de la mayoría de los otros estudios filosóficos que se han llevado a cabo a lo largo de los últimos 17 siglos. El lector debe comprender que no se trata de un análisis político social que señala a la clase gobernante, sino de un tratado filosófico histórico conceptual que la explica, pero no sólo a la clase gobernante y a sus respuestas, sino a todas las clases en general, para entender sus procesos.

¿Qué es el Sistema?

A ciencia cierta, sólo quien lo descifra por sí mismo, lo puede comprender, así que no es un conocimiento que se pueda transmitir cabalmente, tan sólo se pueden aportar pistas para llegar a su posterior entendimiento. Sin embargo desde el punto de vista general, se pueden hacer referencias tan precisas de él, que parecería como si se le estuviera definiendo por completo, pero el conocimiento de fondo, que es invisible a la comunidad, depende de la idiosincrasia individual, no de la colectiva, y la consciencia de la idiosincrasia individual no está al alcance del hombre promedio (por lo que veremos más adelante en esta obra), además que se le confunde con la identidad de un pueblo1. Desde este punto de vista, descubrir el Sistema, es un ejercicio personal que requiere del previo conocimiento de uno mismo, tarea por demás abrumadora para todos, sobretodo para aquellos sometidos a las influencias de pensamiento sistémico, porque el Sistema nos ha enseñado que el conocimiento y bienestar es el resultado de un proceso con sentido de “afuera” hacia “adentro”, donde “afuera” es el Sistema mismo y “adentro” es nuestra consciencia (el “afuera” de este trabajo es real, es decir, afuera del Sistema). No se trata pues de un análisis del Sistema a partir del Sistema mismo y luego dirigido hacia la consciencia (de eso estamos ya saturados), sino del mismo análisis a partir de la razón no sistémica y luego si, dirigirlo hacia la consciencia que, para personalizarla, distingo como consciencia (con “sc”), cuando deja de ser colectividad. De antemano, si no se cumple esta premisa de conocimiento íntimo personal, la lectura de esta obra resultará en una aportación muy pobre para el lector. Con todo y este requisito, no pretendo desanimar la lectura, más bien por el contrario: invito al lector a interesarse por descubrir su intimidad y de esa manera, obtener un beneficio útil y verdadero de la obra.

Así que para descifrar el Sistema, es necesario descifrar primero el yo en todas sus instancias y sus egos, como una manifestación única e individual, pero a la vez, dentro del marco de referencia de la persona como especie y colectividad (no dentro del marco de referencia del Sistema). Es decir, encontrar los enunciados que me definen de manera exclusiva, y al mismo tiempo, me incluyen dentro de la cosmovisión del género humano como ente social, aunque de cierto es que el conocimiento cabal de uno mismo, produce el sentimiento de ser “apartado del mundo”, pero esto se debe más que nada, a la influencia envolvente de la conciencia colectiva determinada por el Sistema, de la cual nos libramos en cierto grado para solo así, empezar el verdadero camino del conocimiento del Sistema.

Pero existe una cierta paradoja para conseguir el objetivo: el desarrollo de la idiosincrasia individual se logra siempre y cuando nos despojemos de la influencia que el Sistema ejerce en nuestra mente. Es decir, hay que despojarse de “algo” que no podemos definir cabalmente antes de poder descubrir ese “algo”, o dicho de una forma análoga, hay que quitarse la camiseta antes de descubrirla, para luego poder describirla. Esta aparente imposibilidad, obliga al empleo de herramientas filosóficas antiguas (pues desde la perspectiva actual, el Sistema tiene mucho mayor control), tales como el Zen, la Yoga, etc., aunque es posible llegar a cierto nivel de madurez de pensamiento por métodos propios, siempre y cuando se puedan aislar las influencias del Sistema (paradójicamente, hay que reconocer esas influencias para poder librarse de ellas). Una herramienta auxiliar para iniciar el proceso, es el estudio de la historia del Sistema, de cuya comprensión puede desprenderse la aptitud o ineptitud para avanzar hacia su descubrimiento. En la parte tercera, se dan más pistas para cubrir este requisito. En esta parte, vamos a aprender a reconocer las influencias del Sistema. Iniciaremos por el camino del estudio de la historia del Sistema.

Alguien podría decir que el Sistema es la civilización, pero no es así. Se relacionan íntimamente, pero son cosas distintas, como el calor y la temperatura. Sólo por necesidad, voy a establecer dos definiciones transitorias y desgraciadamente incompletas del Sistema: 1) el Sistema tangible.- son las estructuras básicas del poder; son los espacios donde se instalan los gobernantes (de dentro del Estado y de fuera), y en general, es desde donde se toman las decisiones, se aplican, justifican y defienden, sobre el rumbo de la humanidad. 2) el Sistema intangible.- son todos los productos ideológicos del Sistema: leyes, reglamentos, políticas, protocolos, tradiciones, costumbres, métodos, teorías, modelos, la cultura misma, etc. El ligamen entre estas dos partes, es el centro de este “ente”, y es lo que queda por descubrir para dar forma a su interpretación; parte del objetivo de la presente obra, aunque no se trata de exponer los extremos para deducir el centro, sino definir y comprender las interacciones entre un extremo y otro, para poner al descubierto la parte central, que es el alma del Sistema. Alcanzar este conocimiento, es la misión individual que cada quien debe plantearse si quiere colocar sus pies en la base de la pirámide que conduce al verdadero conocimiento de uno mismo y de la especie; de la razón que nos impulsa a ser y existir (nada que ver con la economía y el éxito sistémico, anticipo). En el Capítulo 2 de esta primera parte, analizo algunos requisitos personales para lograr este objetivo.

¿Cuál es el origen del Sistema?

El origen del Sistema inicia con la primera civilización consolidada sobre la base de relaciones sociales de casta, aunque sus antecedentes son en realidad anteriores, pues las primeras formas de organización social humana con estructuras de poder, fueron sus precursoras, entre otros elementos sociales. Para efectos del análisis no vamos a determinar sus antecedentes, sino partiremos del inicio de la civilización, porque es en esta, donde el Sistema no solo se monta sobre la cultura, sino se convierte en el hacedor de buena parte de ella y en su rector casi absoluto.

La conciencia colectiva o la manifestación del efecto de la masa, es sin duda, uno de los elementos que al igual que el lenguaje2, utiliza el Sistema para ejercer dominio casi absoluto sobre la persona y la sociedad. De hecho, sin la característica social del género humano, el Sistema sencillamente, dejaría de serlo. No quiere decir esto que la conciencia colectiva (CC) sea parte del Sistema, pues esta es anterior al mismo; quiere decir que el Sistema es en parte consecuencia de aquella visto desde la dialéctica histórica y a la vez, la CC, es una herramienta del Sistema para imponerse y mantenerse.

Dentro de la evolución humana, se distingue el desarrollo intelectual como la característica distintiva que ha hecho de la sociedad humana ser lo que es. Sin embargo, la posición predominante que ocupa la especie dentro de la diversidad de vida, no sólo se debe al desarrollo intelectual, sino también al elemento social. Sin este elemento la inteligencia de unos cuantos no tendría resonancia en el resto para concretar acciones. El elemento social es anterior al desarrollo intelectual y no es privativo de la especie humana, pues se manifiesta dentro de la mayoría de las especies animales y vegetales de éxito, cuando menos desde el punto de vista reproductivo; sin elementos de convivencia, ya sea dentro de la misma especie o entre especies distintas, la sobrevivencia, por las condiciones del entorno, se antoja casi imposible (v.g. muchas plantas “socializan” con aves e insectos para preservar su especie, y en general, las cadenas alimenticias son reflejo de la socialización de la vida). Este conocimiento se redondea cuando pensamos en la actividad social como la interacción entre dos seres vivos para obtener un beneficio mutuo aprovechando sus características particulares complementarias o similares (algo de que carece la contraparte o algo que identifica a ambas). Caso contrario, cuando la interacción se da por suplementación, la relación es de enfrentamiento (v.g. la territorialidad de una especie o entre especies distintas).

Las relaciones entre los primeros homínidos fueron de los dos tipos mencionados: relaciones complementarias y suplementarias. Las primeras permitieron la sobrevivencia en grupo mediante la división de tareas de acuerdo a las características físicas e intelectuales particulares de los individuos (v.g. hombres más aptos para la caza y mujeres para la recolección y organización del hábitat), lo cual les colocaba en una posición de supremacía o servidumbre, según el caso, dentro de la comunidad; las segundas permitieron el dominio de la especie sobre las demás y el dominio de algunos individuos sobre el resto del grupo y más allá: la dominación de unos grupos humanos sobre otros, teniendo como bases, la supremacía organizativa (tareas bien definidas para cada miembro del grupo y liderazgo), la supremacía numérica (signo de mayor éxito dentro del entorno por saberse defender mejor y por la capacidad de organizarse mejor para convivir y mayor capacidad de hacerse de los recursos para cubrir sus necesidades), la supremacía física (sólo determinante durante un enfrentamiento físico hacia fuera y para transformar su entorno más rápidamente hacia dentro) y la supremacía intelectual (de la cual se desprende la organizativa y la implementación de herramientas complementarias a la capacidad física). Todos estos puntos guardan relación unos con otros, de modo que para que uno de ellos sea más o menos efectivo, depende de los otros, pero sin lugar a dudas, el elemento más importante en todos ellos, es la organización, y esta debe parte de su efectividad, a la inteligencia, la comunicación (formas de lenguaje) y a las condiciones sociales que permitan la transmisión de las ideas y su efecto. Es obvio que la evolución social a partir de cierto momento, ha dependido en gran medida de la capacidad intelectual. A partir del establecimiento de la primera civilización sedentaria, se va estableciendo un avance social sin precedentes en un tiempo relativamente corto, por lo que este avance, también se debe a las condiciones de vida de los grupos sociales. En la actualidad, cualquier avance social tiene que ver con las condiciones de justicia y, ya que el Sistema lo abarca todo, el avance social queda supeditado a este. Pero si el Sistema es el principal promotor de la injusticia ¿cuál puede ser el avance social bajo su mando?.

La base del progreso de la humanidad se sustenta entonces en la capacidad de organizarse de diferentes maneras y, como elemento indispensable, pero no definitivo, la inteligencia. En la actualidad, existen grupos humanos con una forma de vida que no dista mucho de cómo vivían los homo sapiens “sapiens” hace 25000 años o más. No sería sorprendente que un miembro de estos grupos, al ser arrancado de su entorno y puesto desde pequeño en un ambiente más civilizado, alcanzara el promedio de vida de ese entorno. Es pues concluyente que la inteligencia no procrea necesariamente progreso. Pero ¿por qué estos grupos no llegaron a desarrollar una civilización más compleja en comparación con otros?. Sencillamente porque su entorno nunca se los exigió, es decir, asegurar su supervivencia no requería de “inventar” nuevas formas de organización. Es bien sabido que plantas y animales, ante cambios en el entorno donde están capacitados para sobrevivir, reaccionan ante estos cambios para adaptarse antes que sucumbir. Esto es un proceso inconsciente en la mayoría de las especies, por lo que podemos establecer que la sobrevivencia es una condición genética. Cuando una especie está incapacitada para adaptarse a un nuevo entorno, está condenada a la extinción. A diferencia de otras especies, una buena parte de la capacidad adaptativa del hombre es consciente (lo social deviene de la dialéctica histórica), por lo que depende menos de los genes y más de la inteligencia y forma de organización. Aunque en el fondo, esa consciencia humana también es genética, evolutivamente hablando.

Es justamente a lo largo del proceso de avance organizacional de las comunidades humanas, donde se gestan las primeras formas de lo que hoy denomino Sistema. Las primeras civilizaciones que se forman a partir de la vida sedentaria, son el parte aguas entre el hombre prehistórico y el hombre moderno. Los sumerios, los egipcios, los mayas, etc., se toparon con ciertas condiciones del entorno en un estado de avance organizativo preciso, que los empujó al sedentarismo. Aunque el sedentarismo no puede entenderse como un hecho espontáneo dado en un paso, sino como el resultado de sucesivas aproximaciones. Ya en la época de las cavernas, los grupos humanos se desplazaban por rutas conocidas para establecerse un tiempo en determinados lugares de acuerdo a las facilidades que estos brindaban para la manutención en las diferentes épocas del año. El tiempo de duración de estas estancias permitían no solo aprovechar los recursos disponibles, sino interactuar con ellos de modo que se llega a tener cierto control que con la observación y acumulación de experiencias van permitiendo su domesticación. Esta nueva capacidad es la que abre la puerta hacia la sedentarización definitiva. Sin embargo, la vida en constante movimiento origina que la tecnología de las comunidades dependa de recursos distantes entre sí. Es así que la vida sedentaria no puede hacerse definitiva sino hasta la aparición del comercio y no a la inversa (el comercio como consecuencia de la civilización). Para que un grupo humano pueda hacerse de todos los suministros que requiere para la vida sin necesidad de desplazarse para conseguirlos, necesita de otros grupos que lo hagan por él. Sólo gracias a un sistema comercial bien definido, estable y seguro, se puede entender el inicio del sedentarismo, así que este, y todo lo que viene posteriormente, son producto del comercio y se rigen bajo un marco de referencia social que he denominado llanamente “el Sistema”. Pero hubo otros factores. Veamos.

Los “oasis”, que eran puntos de parada de las caravanas de viajeros que iban de un lugar a otro, servían no sólo para permanecer el tiempo necesario recolectando recursos y preparando el viaje a continuación o de regreso, sino que al confluir grupos diversos con distintos orígenes y destinos, con cargas de recursos distintas y en cierta medida complementarias unas con otras, sirvieron como puntos para el intercambio ante la conveniencia de ahorrarse un largo viaje para conseguirlos con la incertidumbre de no hallarlos. Estos puntos de parada prolongada, con el tiempo se convirtieron en puntos comerciales. Para la existencia de estos puntos era necesario cumplir con determinadas condiciones: 1) se trataba de lugares con abundancia de recursos alimenticios para permitir una larga estadía (sitios con abundante caza o pesca, frutos o vegetales), donde las condiciones climáticas no variaran mucho esta condición a lo largo del año; 2) estar en el cruce de caminos de las diversas caravanas; 3) sitios natural o artificialmente adaptados para establecer campamentos duraderos, y; 4) que estas condiciones no se repitieran cerca de la zona de confluencia. Las riveras de los ríos en medio del desierto (v.g. los sumerios), los claros en medio de la abundante vegetación de las selvas tropicales (v.g. los mayas), las desembocaduras de los ríos en zonas donde no hay otro acceso al agua potable (v.g. los egipcios), son sitios ideales si están sobre una ruta conocida. Si por alguna razón, uno de estos grupos de viajeros no puede continuar su viaje o regresar del mismo por largo tiempo (mayor al normalmente establecido), al extinguir sus recursos tiene el problema de que para obtener lo que necesita de las caravanas, debe dar algo a cambio (en el mejor de los casos) y ese algo sólo puede venir ya sea de comerciar con ganancia o de producirlo en el lugar. La producción en el lugar dependía de cuatro factores: contar con semillas domesticadas que permitieran la producción agrícola extensiva; un medio ambiente adecuado para la agricultura3; la tecnología para producir más de lo que requiere el consumo propio; y los medios y la tecnología para poder almacenar estos excedentes el tiempo suficiente hasta el momento de su aprovechamiento. La agricultura, de hecho, no surge en estos primeros emplazamientos, sino mucho tiempo atrás, antes de conjuntar los elementos que la actividad requiere (se han encontrado sembradíos que datan de hace 9000 años, 4000 antes de la agricultura formal, de plantas como el trigo de dos tipos: de un grano y de dos, antecedentes del trigo doméstico actual). Empiezan a surgir entonces dos políticas de vida: el productor sedentario que intercambia sus excedentes por bienes complementarios, y el comerciante de fijo que vive exclusivamente del intercambio con ganancia (el origen de los males del Sistema). Estos grupos establecen una simbiosis donde empiezan a ser necesarios unos de otros: el comerciante puede proporcionar recursos “fuera de temporada” a los productores y estos a su vez, proporcionan al comerciante lo que producen para que este pueda comerciar los recursos “de temporada”. Esta simbiosis sienta la base para emprender el camino hacia la civilización, pero falta un detalle: la forma de organización, que a todas vistas, tendría que ser diferente a todo lo conocido hasta entonces.

El proceso de organización, basado en los protocolos acostumbrados para el intercambio y la convivencia de grupos de diversas etnias, se fue transformando de acuerdo a las necesidades y a la conveniencia de los residentes, principalmente de los comerciantes, grupo que se empieza a destacar como líder de la nueva comunidad, dado que de él depende la obtención de recursos distantes y que la ganancia representa acumulación de riqueza (por encima de lo que necesita para vivir). El grupo comerciante es quien dicta las primeras normas de la nueva civilización; quien establece el valor equivalente entre los diversos productos, generalmente para simplificar las cosas, situando a uno de ellos como referente (v.g. grano, oro, etc.). surge así el desarrollo de la política comercial y de esta, habrán de derivarse o ajustarse todas las demás políticas, hasta nuestros días. Entonces descubrimos que el progreso depende de la formación de un sistema social de organización, que en este caso, derivó en lo que llamo “El Sistema”, que se caracteriza por una organización social no igualitaria, basada en políticas comerciales, es decir, el Sistema nace y se mantiene a consecuencia del comercio con ganancia, dejando como accesorias, a todas las demás políticas que sientan el marco de referencia del tejido social. Si el Sistema no hubiera nacido a partir de políticas comerciales, tendría otro rostro y en esencia, sería diferente. Por ejemplo, quizá la humanidad ya no existiera si el Sistema se hubiese conformado sobre la base de políticas bélicas; o bien, quizá el desarrollo actual sería infinitamente superior si el Sistema hubiese nacido sobre la base de políticas sociales de igualdad. Nadie lo sabe. Lo importante es saber el origen para comprender mejor los movimientos del Sistema y muchas de sus repercusiones, inclusive, poder predecir hacia dónde se inclinará la balanza social dadas determinadas circunstancias. Y mucho más allá, entendiendo el Sistema, se sabe más acerca del origen y calidad de los juicios de los líderes de opinión, muchos de los cuales (analistas expertos), no hacen más que dar bandazos y divagar en sus sesudas intervenciones. Conociendo cómo funciona el Sistema y por qué, no necesitamos ver los frutos para conocer al árbol; con ver su tronco es suficiente.

Esta es la parte prehistórica del proceso y para no entrar en detalles históricos posteriores, sólo resumo lo que pasó entonces: ante el éxito del primer asentamiento, este creció dando origen a otros similares en las cercanías; se formaron clanes que con el tiempo derivaron en aldeas y algunas de estas en Ciudades Estado. Estas, competían por la supremacía de la región provocando conflictos entre ellas y haciendo necesario acrecentar e institucionalizar a sus fuerzas bélicas; resultaba prudente en estas condiciones la supremacía de los símbolos que distinguían a cada comunidad: dioses, gobernantes, lengua, cultura (costumbres, protocolos sociales, usos, ideología, arte y tecnología) y por supuesto, líderes que establecieran y guardaran la esencia de estos símbolos para preservar su unidad y desarrollar la idiosincrasia de la comunidad a costa de la idiosincrasia individual. En las primeras Ciudades Estado, los productores (que habían cambiado sus paradigmas de cazadores – recolectores, a agricultores), eran libres propietarios (mejor dicho, usuarios) de sus tierras, ya sea en comunidad o individualmente, donde la propiedad se daba por su uso y el concepto no era igual que el usado para la propiedad de los objetos personales; la propiedad de la tierra se sustentaba más como el derecho a explotarla, que como posesión enajenable. Sin embargo, como todo lo que provee un beneficio es objeto de valor, en poco tiempo (quizá dos o tres generaciones), la tierra pasó a formar parte del catálogo de posesiones de una comunidad, una familia o una persona.

Los comerciantes lideraban a las comunidades en muchos sentidos, pero no poseían control sobre las personas más allá del que les proveía su actividad; los sacerdotes, otrora guías y consejeros de caza, campo y camino, siguieron ahora como guías y consejeros para la siembra, la cosecha y las diferencias sociales; los artesanos, se hicieron dependientes de los comerciantes y se especializaron, mientras que la milicia, la componían todos los miembros de la comunidad. Todos ellos componían un conjunto social completamente nuevo y marcadamente diferente a lo conocido hasta entonces. Fueron los ejemplares de las primeras civilizaciones. Una civilización que nace a partir de políticas comerciales, poco a poco derivará de esas políticas, en base a la repetición, a las normas; de las normas, se derivarán leyes y de las leyes, patrones de vida, formas de comportamiento y lo más importante, formas de pensamiento, todo lo cual, junto con las tradiciones y creencias, compondrá un mosaico cultural finito y manejable.

Los comerciantes dictando normas para los productores sobre los productos y acumulando riqueza; y los sacerdotes dictando normas sobre el comportamiento y también acumulando riqueza, se erigieron como líderes con poderes políticos4. El poder político y el poder económico los lleva al poder social, al grado de autoproclamarse dueños de todo, de vidas, conocimientos, tierras y demás cosas materiales5. Para tal fin, y como medida preventiva ante ataques de viajeros tentados a despojarles de la riqueza, se institucionalizan las fuerzas armadas gracias al poder económico que puede pagarlas y a las aportaciones de los productores para ser incluidos en la protección. Pero las fuerzas armadas no sólo se usan para protección, sino internamente para control de la población, de modo que la aportación deja de ser voluntaria y se instituye el impuesto o tributo obligatorio; se le emplea para mantener trabajando a los productores, que de ser propietarios, pasan a ser empleados; tiempo después, ante la necesidad de mano de obra y la oferta de esta por grupos venidos de otros lugares, se instituye el jornal y la esclavitud6. Hasta aquí se completa el proceso en el desarrollo del primer Sistema y el único sobreviviente hasta nuestros días. Pero a pesar de ser el mismo, ha sufrido cambios que lo presentan en cada etapa histórica, como otro, pero en realidad sólo cambian los métodos, los matices y las reglas, manteniéndose la estructura de desigualdad social donde unos cuantos toman las decisiones por el resto, que son mayoría, y se benefician mucho más con menos esfuerzo. Esta condición de privilegios desmedidos, alienta a los líderes a mantener el poder a cualquier precio y, a otros grupos los alienta a arrebatar ese poder, pero siempre salvaguardando la estructura socio política y cultural que le da validez, es decir, sin dañar al Sistema.

Las tradicionales estructuras de poder, es decir, el Sistema tangible, no fueron inventadas por los griegos ni por los romanos; mucho menos por los norteamericanos o por los comunistas. Estas se gestaron en Súmer y se institucionalizaron como imperio desde Acad en la era de Sargón. En la América precolombina, surgieron miles de años después y se transformaron bajo el modelo europeo después de la conquista.

¿Qué representa el Sistema?

El Sistema es el principal y aparentemente único marco de referencia social de la población; lo abarca todo e intenta controlarlo todo; es lo único que todo hombre civilizado recibe con seguridad y sin excepciones incluso desde antes de nacer y lo acompaña por el resto de su vida (generalmente); es la mesa de trabajo para toda actividad física, mental, científica o social, sea delictiva, legal, ilegal, normativa o intrascendente. En pocas palabras, representa muchos “nuestro mundo” (uno para cada clase o casta social) con sus modas, usos y costumbres (de hecho, estas tres cosas, son inseparables del Sistema). Pero el Sistema tiene varios niveles de apreciación, uno para cada punto de vista, uno para cada forma de actuar (no de pensar): son sus “escalones”, donde los de un escalón se “escandalizan” (scandal = escalón) de los que están en otros escalones, sea porque están más “arriba” o más “abajo”. El Sistema representa la forma de ver y entender al mundo, cada quien desde el escalón donde se encuentra. Esta representación viva del mundo, es uno de los ligámenes entre la parte tangible y la parte intangible del Sistema, es decir, es una referencia que influye en el comportamiento y la cultura en general, de un determinado bloque social y que atiende a las premisas del Sistema.

A pesar de esto, existe en cada Ser Humano, en mayor o menor grado, una cierta reticencia al Sistema o a alguna de sus partes, que se manifiesta de manera natural aún sin saber cuál es el origen de esta reticencia. La edad de la adolescencia, es generalmente, cuando se manifiesta con mayor intensidad, antes de ser quebrantada por el mismo Sistema. Los jóvenes son los que buscan con mayor vehemencia alternativas de vida, formas de pensamiento, actividades que se contrapongan con lo que inconscientemente ellos perciben del Sistema. Pero son las puertas falsas, contra propuestas, ansiedad, sed de cambio, libertinaje, etc., las respuestas más comunes que se desprenden de esta reticencia como resultado de no saber a ciencia cierta en contra de lo que están (¿rebelde sin causa?, hay causa y de sobra) o no poder enfocar correctamente al Sistema. Este fenómeno, nos habla de la gran mentira del Sistema: presentarse como algo indiscutiblemente perteneciente a la naturaleza de la especie como sociedad, es decir, que proviene de la misma naturaleza humana. Sin embargo, la humanidad lleva mucho más tiempo viviendo y sobreviviendo sin el Sistema, que el tiempo desde que inició esta etapa de desarrollo humano como especie (no desarrollo desde el punto de vista del Sistema que involucra lo social, económico, político, arquitectónico y todo lo que ha inventado a través de los siglos como “signos de desarrollo”). Otra falacia que se desprende de esta concepción, es la que reza en el sentido de que el Sistema es el garante del progreso.

El Sistema es sin duda, producto del desarrollo de la humanidad, como proceso histórico; es el proceso consecutivo de la lucha por la supervivencia, posterior a la competencia entre especies distintas, que permanece como inercia por la dominación; representa la lucha del hombre por el hombre, cuando las otras especies han sido dominadas. Su existencia se ha justificado, desde el punto de vista evolutivo, por proveer al hombre de la necesidad de vencerse a sí mismo y evolucionar en consecuencia; ya no es la inteligencia humana contra la fuerza animal, sino una inteligencia humana contra otra igual. Pero no tiene por qué ser, como se intenta asegurar, para siempre como condición humana, pues si bien, algunos seres humanos han alcanzado cierto nivel de conocimiento, esto no involucra bienestar, ni desarrollo humano individual generalizado, ni el desarrollo humano real alcanzado se debe precisamente al Sistema (como también se intenta establecer). El Sistema es simplemente una etapa y como tal deberá dejar su lugar en la historia para permitir el paso a la siguiente etapa de desarrollo humano. En resumen, ha dejado de ser un elemento evolutivo, más bien por el contrario, (el Sistema) atenta contra la evolución humana.

Algunos líderes de opinión “conscientes” dicen que el hombre es el principal enemigo del hombre. Nada más falso y además contradictorio; el principal enemigo del hombre es el Sistema que hace a unos víctimas (incluye al resto de la diversidad de vida y a la Tierra misma) y a otros victimarios, que por ser también parte del mundo, tienen su porción de víctimas.

¿Es indispensable el Sistema? ¿para quiénes?

Tal como se ha dicho respecto a lo que representa el Sistema, podemos afirmar que este, será indispensable mientras no se promueva otra filosofía de vida capaz primero de hacer despertar al individuo de su condición sistémica, y luego, de proveer un marco de referencia social pro evolutivo. Ese tiempo, que debió llegar hace siglos, según mi personal punto de vista, se ha retrasado debido a la heterogeneidad que existe en el mundo entre las diversas comunidades que guardan estrechas relaciones (hay algunas que aún no inician esta etapa). Si los Jonios hubiesen sido la única civilización sobre la tierra, en estos tiempos el Sistema estaría en los libros de historia. Al día de hoy, el avance en las comunicaciones (vías y medios) hace obligatoria la transición de algo que, desde hace ya demasiado tiempo, representa un obstáculo y un retroceso; de algo que más que bien, hace mal; de un Sistema que debió haber sido velado y enterrado como lo que es para todo aquél que logra descubrirlo: un cadáver que engendra muerte, y no sólo física, sino también espiritual. El Sistema seguirá mientras la población no esté preparada para otra forma de organización, y eso no ocurrirá sino hasta que haya liberado su consciencia, y no podrá liberar su consciencia si no entiende por qué y qué es lo que determina su forma de vida. La muerte súbita del Sistema ya sea por una catástrofe mundial o por decreto (si eso fuera posible), sólo regresaría el tiempo y todo volvería a ser igual al paso de los siglos si los sobrevivientes no se han liberado mentalmente del mismo. Recordemos cómo en las películas, después de una catástrofe que acaba con el Sistema al quedar sus estructuras inoperables, los sobrevivientes como por instinto, buscan un “nuevo comienzo” sobre la base de la civilización destruida, es decir, se asocia el desarrollo humano, el bienestar y el progreso con el Sistema ¿hay algo más absurdo? Sin embargo, no hay desacuerdo entre los espectadores.

En la antigüedad, del mismo modo que en el presente, el cadáver sigue matando a miles de seres humanos; sigue destruyendo el medio ambiente; sigue filtrando las ideas; sigue haciendo seguidoras a las masas de proyectos de muerte en pos de formas de organización; sigue cosechando injusticia como principal forma de vida, y; sigue en completa impunidad por poner a la humanidad, como milagro evolutivo, en el camino del retroceso y la extinción, de manera que cuando uno se percata, resulta de una ridiculez absoluta. Pero ¿a quién sirve pues el Sistema? ¿a toda la humanidad?. Veamos:

El Sistema sirve a quienes lo protegen (como bien ejemplifica la máxima de Zubizarrieta: vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error), y lo peor no es a expensas de QUIÉNES (el resto de la humanidad, que ya es bastante malo) sino a expensas de QUÉ, es decir, de la evolución de nuestra especie. Ya Karl Marx veía el canibalismo que representaba una sociedad basada en relaciones comerciales a ultranza; comprendió que el Sistema, en sus diferentes momentos, era un proceso histórico dialéctico que tenía que evolucionar para detener la autodestrucción. Sin embargo, no comprendió lo más importante: que la siguiente etapa no era el mismo Sistema con otro modelo económico social, sino la abolición de todo Sistema que involucrara control social de cúpulas; comprendió en cambio que la nueva forma de vida se produjera por dialéctica, no por imposición, modelo y método dentro de un marco filosófico – ideológico, como terminaron haciendo sus intérpretes, aunque no porque se hayan percatado que el camino de la dialéctica histórica estaba congelado, sino por incontinencia política. Es así que sus intérpretes, como Lenin (el más nefasto), inventaron para beneficio propio y de su clase, los métodos para imponer un Comunismo que nunca fue tal, sino una dictadura de Estado o peor aún, una cárcel física, intelectual y espiritual para la sociedad subyacente: de ahí su fracaso.

El Sistema está agotado, desde hace siglos, y busca la confrontación para renovarse como ave Fénix, pero en realidad sus nuevas ediciones no representan avances contrarios a sí mismo (no se confunda el avance tecnológico, que si bien fue impulsado por el Sistema, no es parte sustancial de este). La organización social recurre insistentemente a modelos ya probados en el pasado para resolver sus incongruencias, pero sin resolver el problema de fondo, pues este se encuentra arraigado en la mente de las personas y en la esencia del Sistema, que resulta intocable; toda propuesta o modelo de solución que surge del Sistema (sobre la base de una política comercial) no puede atentar contra el Sistema mismo (no sería aceptado) y por lo tanto, resulta en una propuesta o modelo de corto alcance, tanto en tiempo como en resultados, porque no es capaz de cambiar lo que hay que cambiar para resolver el problema en definitiva, es decir, no es capaz de auto destruirse o “patear el pesebre”. El Sistema se seguirá reinventando también porque no existe una visión suficientemente lejana para ver qué hay sin Sistema: sin Sistema, la mayoría ve la nada, y eso le resulta aterrador, pero no es cierto, está el Súper Hombre (en palabras de Nietzsche), que ya no necesita un constructo de fondo que lo rija para Ser Verdadero.

En la actualidad, ciertos ideólogos se han percatado de esta limitación al momento de plantear modelos solución y han generado alternativas no del todo convencionales (psicología inversa, reingeniería, etc.), pero que carecen de un punto de referencia perfectamente definido fuera de este Sistema; se deja abierto este tema quizá con la esperanza de que el usuario acierte fuera del Sistema vigente (estoy siendo optimista), pero no se dan más pistas para lograrlo, de modo que se acaba sobre la misma base. El pensamiento filosófico japonés antiguo, planteaba que antes de aprender algo completamente diferente, es necesario “vaciarse” (derramar el agua del recipiente antes de poder llenarlo nuevamente). Esta filosofía entraña una profundidad aún no comprendida del todo, pues en realidad se refiere a librarse de la influencia ideológica del Sistema. Artistas plásticos, escritores, poetas, bailarines, cineastas, etc., que buscan formas distintas de plasmar su arte, lo más alejado posible del Sistema o ridiculizándolo (si se aprecia, son intentos de “escape”, madurados desde la infancia / adolescencia, a partir de la reticencia), ponen de manifiesto la necesidad de “algo” nuevo, por el mismo agotamiento del Sistema, aunque en general solo llegan a descubrir y exponer el “reverso del mismo pantalón”. Toda esta búsqueda se refleja muy generosamente en el arte y las sub culturas, como la psicodelia, el impresionismo, el cubismo, etc. El lector al leer por primera vez estas reflexiones, muy probablemente no considerará siquiera deshacerse de su influencia sistémica porque a pesar de todo, es parte de su Ser y de su yo actuales, vaya, quizá ni siquiera sabe a lo que me refiero o siente que en su caso no tiene tal problema; pero si al término de esa primera lectura vuelve a considerar la posibilidad y logra un avance en este sentido, una segunda lectura le mostrará verdades e ideas que pasaron sin ser vistas anteriormente. Pero cuidado, entender todos los enunciados y estar de acuerdo con ellos no representa haberse liberado de las influencias del Sistema, se requiere trabajo y reforzamiento diario (algo en extremo difícil para algunos de nosotros, cuando estamos inmersos en el Sistema y el pan diario depende de interactuar con él, someterse a las reglas de él). El descubrimiento del Sistema no depende sólo de su entendimiento, sino de acciones de rechazo por simple dignidad humana, primero desde la razón y luego, cuando la mente se haya desintoxicado lo suficiente, desde la consciencia.

¿Qué viene después de la muerte del Sistema?

Es común observar que dentro de las incontables crisis del Sistema, surgen espontáneamente dos tendencias “resolutivas”: los que acuden a invocar las bases del mismo (la legalidad, el nacionalismo, la monarquía, la división de clases, la permanencia y preeminencia del Estado, etc.); y los que responden violentamente contra todo lo establecido (lo establecido, quedará claro ya que es el Sistema mismo).

Siendo el Sistema, al final de cada crisis, como un viejo en cama, moribundo, que sus “hijos” (los beneficiarios de él) le mantienen “vivo” artificialmente y por la fuerza, ya no tiene nada que aportar a la humanidad, más bien al contrario: por su causa se ha caído en un estancamiento vergonzoso, la humanidad no tiene otro camino que el aniquilamiento total del Sistema. Para ello, se requiere una revolución ideológica como la hubo en los tiempos previos a su nacimiento. Las necesidades sociales son las que dieron el impulso a aquella; ahora deben ser las mismas las que den impulso a la etapa siguiente, pero necesidades sociales no entendidas desde la perspectiva del Sistema (con un referente económico, es decir, dependiente del comercio), sino vistas desde el punto de vista de la supervivencia y desarrollo de la especie, fuera de toda consideración organizacional de cúpula con mandos irracionales.

Sin embargo, la consciencia social promedio en nuestros días, debido al excesivo tiempo de permanencia del Sistema, se encuentra en un nivel por debajo de la que se requiere para llevar a cabo un cambio verdadero. Esta condición difícilmente habrá de cambiar en los próximos años por lo que resulta utópico pensar en un corto plazo; es tal el estancamiento ideológico de la población promedio, que resulta inclusive difícil pensar que algún día llegará, en que las condiciones resulten propicias para poner fin al Sistema porque además, en cuestión de ideología, el deterioro sigue avanzando (Ver “Los filtros del Sistema”, más adelante). Es por este estancamiento que la dialéctica histórica se encuentra congelada e inmóvil. No se puede tampoco pasar la vida, generación tras generación, esperando ese momento propicio, dadas las condiciones de dominación del Sistema y su efecto retrógrada y de estancamiento, pues nunca se llegaría a tal momento sino al contrario, se alejaría cada vez esa posibilidad. Es por ello, que la alternativa de esperar a que el proceso evolutivo aporte los elementos de cambio, no es real (de aquí se desprende la inoperatividad de la dialéctica histórica como elemento de cambio trascendental). Resulta imprescindible entonces forzar las condiciones sorteando los riesgos que esto involucra. Al final, después del Sistema será lo que el grado de consciencia de la sociedad promedio quiera. Si es lo suficientemente elevada, no prevalecerán los caudillismos, ni los intereses de unos grupos por encima de los intereses de otros. El cambio por la vía correcta, depende de la consciencia social sumergida en lo individual (diferente a la consciencia en el Sistema, que es impuesta, y contrario al Comunismo donde la consciencia individual está sumergida en lo social). Lo que viene después del Sistema, es la ausencia del Sistema ¿hay certeza de encontrar algo después del Sistema, sin relaciones de poder que deriven en injusticia?

Sociedades actuales que viven en el primitivismo están fuera del Sistema (aunque en realidad, ellos están inmersos dentro de una versión antiquísima del Sistema, se puede considerar que están fuera de la versión contemporánea); enfermos y discapacitados mentales; todos aquellos que grupal o individualmente no se les puede o no se les quiere incluir en la civilización; a quienes se les margina del “progreso” y quienes se marginan por sí mismos. Todos ellos conforman un punto de referencia que sirve al Sistema para justificarse a sí mismo, ofreciendo seguridad y bienestar a lo normal; etiquetando como lastimoso, producto de la injusticia humana, a lo anormal, devaluando todo aquello que no tiene la suerte de pertenecer a la clase civilizada, la que goza de las garantías del Sistema ¿pero qué tan real es esta concepción?

Ciertamente, el Sistema necesita de estos puntos de referencia, que entre más lastimosos se perciben, más pueden justificarle. La propaganda capitalista contra el comunismo es un claro ejemplo: “los pobres rusos no pueden tener un BMW, a menos que pertenezcan a la cúpula del partido”; “...los cubanos reciben un par de pantalones al año y unos zapatos, que no pueden escoger”. Y por el lado de la izquierda: “el analfabetismo en nuestra sociedad es nulo”; “la miseria y las muertes por hambre, sólo se dan en el bloque capitalista”; “los gringos, con todo y su enorme presupuesto, no gozan de la seguridad social que tenemos, a menos que puedan pagarla”; etc. Se dan estas justificantes no sólo a nivel bloques y países, sino en todos los niveles, hasta llegar al individual. Alrededor de los prejuicios y los argumentos descalificadores de unos contra otros, se encuentra la lucha por el control de la versión de Sistema que a cada uno le toca; es la lucha por imponer o defender la porción de poder que el Sistema les ha otorgado, y lo hacen buscando aceptación y adeptos de quienes tienen debajo, es decir, del pueblo, grupo, fracción o familia a la que dicen representar y de la que se erigen como guías y líderes responsables de sus “seguidores”. Estos ejemplos sin embargo, son desde una perspectiva interna, es decir, desde y hacia dentro del Sistema, aunque sí son adecuados para transmitir la idea. No pongo ejemplos desde una perspectiva externa, porque no los hay tan claros y porque su generalmente lastimosa condición, es repercusión en buena medida, de las políticas globales del mundo civilizado, que los ha aislado y condenado a la marginación.

Entre tanto, mientras la lucha se centra entre las clases y entre los imperios, las corrientes de pensamiento surgen y decaen, en contra o a favor, prevaleciendo la oscuridad y ocultando las luces que surgen en el proceso; los “grandes” filósofos y las “grandes” verdades, se hacen sólo accesibles y aplicables para las clases dominantes si hay algo que pueda usarse en provecho del Sistema. La población sumergida en la miseria intelectual, en conjunto y a consecuencia de la dogmatización, no tiene acceso a la verdad o peor aún, no tiene acceso a entender la verdad aunque se les ponga enfrente (v.g. Jesús, Nietzsche, Gandhi, entre cientos más., no han sido cabalmente entendidos), y con ello surge la necesidad, como enmienda, de líderes que antes de instruir, sustituyen unos dogmas por otros, destruyendo un “mundo” para construir otro con tal de mantener el sistema de dominación irracional.

En relación al esqueleto del Sistema, es decir al Estado, el fin del Sistema no necesariamente depende del fin del Estado, pero sí de su transformación. Como algunos anarquistas han señalado, el Estado anarquista es aquél donde el gobierno no gobierna a nadie, sino sólo es guía, servidor y árbitro, siendo un gobierno así el ideal para los anarquistas. Muchas de las funciones que dejan de recaer en el gobierno anarquista, pasan entonces a los sindicatos. Sin embargo, el sindicalismo ha probado también su ineficiencia y corruptibilidad, por lo que un Estado posterior al Sistema, tampoco puede ser de corte anarquista tal y como sus ideólogos tienen en mente.

Donde termina el Estado, empieza el hombre que no es superfluo, la canción de lo necesario, la melodía única e insustituible. Donde termina el Estado -¡mirad, hermanos! ¿No veis el arco iris y los puentes del superhombre?Así habló Zaratustra. F. NIETZSCHE

¿De qué depende el fin del Sistema?

El fin del Sistema, contrario a lo que inicialmente pudiera pensarse, no depende de una Revolución armada, ni depende de caudillos en quienes recaiga la responsabilidad y el liderazgo. En resumen, no depende de ningún método ni camino planteado por el propio Sistema, porque el resultado produciría invariablemente, sólo otra versión del mismo. Mientras no haya un despertar generalizado de la población del sueño dogmático y sistémico, cualquier movimiento de cambio, sólo será dar “otra vuelta a la tuerca”. Tampoco depende, como muchos espiritualistas aseguran, del magnetismo de la Tierra, ni de las influencias solares ni nada por el estilo; estos son dogmas que en lugar de ayudar, agregan otra capa de niebla a la masa social.

El fin del Sistema es un despertar individual que se llegue a manifestar en lo social; es un liberarse de los dogmas cotidianos, atenerse a la razón y actuar en consecuencia. Esta liberación tiene tres niveles de consciencia:

1) la consciencia individual o privada, rescatada en la intimidad;
2) la consciencia interna o familiar, y;
3) la consciencia social individual vertida hacia la comunidad (no confundir con CC).

La muerte del Sistema sólo es posible con la suma masiva de individuos liberados, vaciados de las concepciones sistémicas y que decidan transitar por los caminos del análisis de los conceptos, en los 3 niveles de consciencia. Para que esto se dé, lo que se requiere es una Revolución del pensamiento que descubra la consciencia individual y que sea accesible a la gran mayoría; el estado deplorable en el uso de la razón en que el Sistema tiene sumida a la mayoría de población (lo que representa una regresión evolutiva, no de la inteligencia innata, sino de condicionamiento mental negativo), complica extremadamente las oportunidades de un despertar masivo. Sin embargo, se tiene una opción: primero es descubrir el Sistema, saber quién y cómo gobierna nuestras vidas desde lo más profundo de nuestros pensamientos, y hacerlo consciencia individual7; luego es, por medio de este conocimiento, practicar la autenticidad dentro del grupo familiar, estableciendo una personalidad propia, auténtica (no imitativa, para lo cual, hay que conocerse a uno mismo, lo más difícil); finalmente, influir sobre la conciencia colectiva con el ejemplo a partir de una nueva consciencia social, es decir, con actos antes que con palabras (actos independientes a lo que el Sistema espera como respuesta obligada), para abrir la oportunidad de liberación a otros individuos (parte de los objetivos de este libro), hasta llegar a magnitudes de masa. La unión de esa masa liberada, es un muro que funciona como frente antisistémico. Si el lector analiza estos tres pasos, encontrará gran similitud entre ellos y la trayectoria de vida de Gandhi.

Los defensores del Sistema, que son sus principales beneficiarios, tanto los conscientes como los inconscientes, no representan el principal obstáculo, pues si bien, no están dispuestos a perder sus privilegios (sean heredados o logrados por cuenta propia), también es cierto que poco podrían hacer contra un despertar avasallante de la población (condición necesaria para el cambio trascendental). Los verdaderos obstáculos son, la falta de consciencia del individuo promedio; las barreras culturales que impiden la transmisión y avance de las ideologías no dogmáticas; la estructura social de subordinación; los liderazgos dogmáticos, sean religiosos o no; y en general, los ligamentos que ha tendido el Sistema entre la actividad productiva y el progreso, del cual nadie desea quedar al margen.

Pero ¿por qué despertar? ¿por qué no seguir el sueño dogmático del mundo moderno a la espera que una falsa dialéctica y un ilusorio progreso nos digan que hemos avanzado como especie y que podemos seguir avanzando hasta el infinito? La respuesta la encontrará cada quién en su intimidad, en su círculo familiar, debajo de su consciencia. Pero antes de acudir a ésta, tendrá que limpiarla, porque ese es el verdadero problema, la falta de consciencia, el adormilamiento de la razón y el automatismo sistémico. Despertar es el único camino para recuperar el espíritu humano que nos ha sido arrebatado.

En el cuerpo de esta obra encontrará información acerca del secuestro de la consciencia de que hemos sido objeto, secuestro que data desde los inicios de la civilización. Si percibe la gravedad de tal situación, se sentirá impotente ante los poderosos, los principales beneficiarios del Sistema, que son a su vez, los defensores del mismo, pero quizá coincida conmigo en que la única solución viable es precisamente despertar nuestra consciencia y en ese sentido, los poderosos no pueden interferir más allá de lo que ya interfieren pero sólo porque nos programan para permitírselos. Despertar es ubicar la esencia humana dentro de su contexto histórico real y con ello dejamos de soñar los sueños impuestos por el Sistema. En la parte segunda (La teología del Poder), veremos cuál es la relación entre conciencia y consciencia, por ahora sólo diremos que la consciencia nace de la conciencia, pero involucra un proceso de raciocinio que la conciencia no tiene: la consciencia, es la conciencia razonada en lo individual y volcada hacia el espíritu en lo social.

De no lograr ese despertar masivo, de no librarse de los dogmas, el poder internacional, enemigo de la especie, seguirá alcanzando sus objetivos más funestos: la globalización del pensamiento humano, pero no una globalización en libertad, sino una globalización que encasilla el pensamiento y limita la razón. Con esto bajo su poder, todo control es permisible y el control total es posible, donde la única salida se acerca más a una catástrofe del ecosistema que a la voluntad humana.

La tendencia que apunta gracias al avance tecnológico, es la generación de al menos dos clases de seres humanos, ya no sólo social y culturalmente hablando, sino biológicamente. Sólo quienes puedan pagar, podrán tener acceso a las mejoras genéticas que se han ido haciendo alcanzables, como controlar la predisposición a las enfermedades, prolongar la vida reduciendo el envejecimiento, elevar la inteligencia y en general todas las capacidades físicas de las nuevas generaciones por manipulación genética, etc. Por un lado tendremos al grueso de la población en franca decadencia evolutiva y por el otro a una minoría en evolución tecnológicamente acelerada.

Como veremos más adelante, el Sistema se prepara para ser el Armagedón. La población no evolucionada, llegará el día en que gracias a la tecnología, deje de ser necesaria para la sobre vivencia de los evolucionados artificialmente, y serán estos los que prevalezcan, los que podrán viajar a las estrellas, los que protagonizarán la nueva era de la humanidad, donde ellos serán toda la humanidad... ya no necesitarán este Sistema. La historia reciente, es la lucha de unos cuantos por alcanzar esa estadía a costa del resto.

La ansiada igualdad entre las personas, exhibe dos caminos. El actual, donde la apatía por descubrir lo que hay fuera del Sistema, la falta de entendimiento, la flojera de pensamiento autónomo en beneficio de globalizarlo, la cerrazón comodina y pragmática al uso de la razón, etc., nos llevarán al escenario descrito en el párrafo anterior: los no evolucionados, serán desechados cuando su trabajo valga menos que el costo de mantenerlos con vida. El segundo camino, es el que se propone en la presente obra: conocerse a sí mismo, analizarse, escudriñarse, saber de dónde provienen nuestras ideas y juicios; reflejarnos en los demás como un todo, entender qué es y qué representa nuestra especie y sus relaciones con cuanto le rodea; finalmente, adquirir un nivel de consciencia que permita descubrir al Sistema y, entonces decidir un nuevo rumbo.

Por ahora, las civilizaciones del mundo son en extremo dependientes del Sistema, de tal forma que sin él, el descontrol, la anarquía irracional, la violencia y las zonas más retrógradas del cerebro humano, aflorarían en magnitudes impredecibles poniendo en riesgo no solo a la especie, sino al planeta entero. El Sistema es como una droga que mantiene vigente la viabilidad de un paciente llamado Ser Humano, de tal forma que si se le retira sin más, el paciente podría perderse. Es por ello importante primero, que el paciente aprenda a vivir sin la droga llamada Sistema.

Finalmente, redundando acerca de los problemas que tiene una obra como esta para ser comprendida, señalo que el éxito o fracaso de la misma, no está en función de la cantidad de libros vendidos, ni de las ganancias o pérdidas económicas que conlleve. Un libro como el que hoy se presenta, podría ser regalado y leído por todos y sin embargo, fracasar. Su éxito sólo está en función de la comprensión del lector, aunque no hay una regla que pondere tal, sino que cada lector es a la vez, juez y parte de su propia experiencia.
Notas:
0 Ortega habla sobre un caso similar: “Hemos hallado una realidad radical nueva -por tanto, algo radicalmente distinto de lo conocido en filosofía- , por tanto, algo para la cual los conceptos de realidad y de ser tradicionales no sirven. Si, no obstante, los usamos es porque antes de descubrirlo y al descubrirlo no tenemos otros.”. J. Ortega y Gasset: ¿Qué es filosofía? Obras completas, VII. Alianza Editorial-Revista de Occidente, Madrid.
1 La identidad de un pueblo confiere unidad a partir de aspectos inequívocamente exclusivos de sus miembros y pueden ser de cualquier tipo, en tanto que idiosincrasia, son aspectos exclusivamente culturales y confiere uniformidad. La idiosincrasia puede ser, sin embargo, un aspecto de identidad.
2 Según nos explica Searle, el hablar un lenguaje es tomar parte en una forma de conducta gobernada por reglas por lo que «aprender y dominar un lenguaje es aprender y haber dominado esas reglas (Searle, J., Actos de habla, pág. 22.)
3 Hallo a invención de la agricultura, como la manzana de Adán: el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, es el fruto producido, no el recolectado. El árbol del conocimiento representa el conocimiento de las técnicas agrícolas. Esta observación es consistente con las tareas propias de recolección de la mujer prehistórica, es decir, de quienes estuvieron en contacto con las plantas (la serpiente) y tuvieron oportunidad de observarlas, reconocerlas y conocer sus procesos básicos para después reproducirlos de manera controlada. (nota del autor).
4 ...comienza a articularse un sistema económico palacial, a la vez paralelo, convergente y opuesto a los templos como único eje regulador de las comunidades bajomesopotámicas. A partir de ahora se producirá una coexistencia de la vieja estructura templaria, con el nuevo sistema laico palacial, de tal manera que la vida urbana se polariza alrededor de esos dos núcleos que, al mismo tiempo, controlan las relaciones de la ciudad con su entorno agrícola... (página: www.artehistoria.com)

5 En realidad, en Súmer, la ciudad-estado está caracterizada por el territorio que pertenece a un templo o un palacio, explotado por una población que no participa en las tareas políticas y administrado por una élite que controla todos los resortes del poder en un régimen verdaderamente teocrático, que sólo podría parecerse algo al mundo griego micénico, precisamente el que no es definido como propio de la ciudad-estado. (página: http://www.artehistoria.com/)

6 A los antiguos campesinos libres, que vivían en las aldeas rurales sometidos a los trabajos obligatorios, se van sumando ahora poco a poco importantes contingentes de agricultores dependientes de las unidades centrales de administración que, de esta manera, desarrollan una verdadera colonización agrícola del territorio. A las distintas formas de explotación del suelo hay que añadir una compleja imagen de la composición étnica de sus habitantes. Y es precisamente a todo este complejo cultural a lo que denominamos mundo sumerio... (página: http://www.artehistoria.com/)
7 “...quien encuentra al Sistema, encuentra un cadáver”. Evangelio de Santo Tomás. Traducción de la versión copta.