sábado, 1 de diciembre de 2012

Verdad y Mentira: dos referentes de la Creación


Verdad y Mentira: dos referentes de la Creación

“La mentira necesita de un ingeniero y de un vocero. El ingeniero la fabrica y el vocero la da a conocer. Ingeniero y vocero pueden ser la misma persona. La verdad en cambio, existe antes, durante y después de las cosas, y no necesita de nadie para existir, sólo resta descubrirla, nunca establecerla porque ya existe. Esto quiere decir que es persistente en todo tiempo y lugar; que trasciende a la humanidad y la precede.”
El Sistema del Poder Vol. 2. La Teología del Poder. Masquerpa, 2003

La epistemología de la verdad y la mentira


Si decimos que la mentira es aquello que no existe, que no es real, que no corresponde a realidad o que no se puede ver,  tocar ni percibir de ningún modo, y que la verdad es exactamente lo contrario, entonces partimos de un hecho innegable: juzgar algo como mentira o como verdad supone la existencia de un marco de referencia donde las cosas son ponderables, y no sólo eso, sino además, son explicables a partir del uso de la razón. En otras palabras, para decir que algo es mentira o verdad, es necesario que quien lo dice, exista (en el sentido pienso, luego existo), que sea verdadero (consciencia liberada) y posea un método verdadero que le permita ponderar lo que se percibe como mentira o como verdad, es decir, tanto la mentira como la verdad, necesitan de una verdad que las mire para ser descubiertas. Pero el hecho que se puedan descubrir tanto las verdades como las mentiras, no implica que a partir de ahí, sean tales. Es decir, la existencia de una verdad o de una mentira es independiente de quien las juzga, y del mismo modo es independiente de si es o no juzgada.

Sin embargo, existe una dependencia que no se puede soslayar:  tanto una mentira como una verdad, dependen para ser lo que son, de un marco de referencia verdadero, o que haga referencia a una o más cosas ciertas.

Si yo digo “perdón por llegar tarde, había mucho tráfico”, siendo que la verdad es que me levanté tarde. Esta mentira se sustenta en un hecho cierto: el tráfico, aunque pudo haber sido de mucho menor magnitud a la que provocaría mi retraso. Pero si en cambio yo digo “perdón por llegar tarde, había una manifestación de elefantes”, esta mentira es poco creíble por apoyarse en algo probablemente falso (eso no priva que alguien lo crea), pero a final de cuentas, si existe una mínima posibilidad que mi dicho sea cierto, por más inverosímil que sea, tendrá cierto respaldo en una “verdad relativa”. Finalmente, si yo digo “perdón por llegar tarde, me atacó un dinosaurio”, esta mentira es total y carece de respaldo por basarse en un hecho imposible. La verdad absoluta sería decir “perdón por llegar tarde, no me levanté a tiempo”.

En el mundo cotidiano, todo dicho, sea falso o cierto, es relativo a un marco de referencia, sea falso o cierto, que sustenta la certidumbre del dicho. Las posibles combinaciones de esto son:


1.    Un dicho falso apoyado en un marco de referencia cierto (una mentira sustentada en una verdad = o verdad relativa o mentira).
2.    Un dicho falso apoyado en un marco de referencia falso (una mentira sustentada en otra mentira = mentira).
3.    Un dicho cierto apoyado en un marco de referencia falso (una verdad sustentada en una mentira = verdad relativa).
4.    Un ducho cierto apoyado en un marco de referencia cierto (una verdad sustentada en otra verdad = verdad absoluta).

Pero a su vez, el marco de referencia debe estar apoyado en algo que le de sustento (generalmente uno o varios dichos, que llamaré sistema de creencias). Aplicando las posibles combinaciones, tenemos:

1.    Un marco de referencia falso apoyado en un sistema de creencias cierto (una mentira sustentada en una verdad).
2.    Un marco de referencia falso apoyado en un sistema de creencias falso (una mentira sustentada en otra mentira).
3.    Un marco de referencia cierto apoyado en un sistema de creencias falso (una verdad sustentada en una mentira).
4.    Un marco de referencia cierto apoyado en un sistema de creencias cierto (una verdad sustentada en otra verdad).

A su vez, el sistema de creencias se debe apoyar en algo (ideas, hechos, experiencias, sucesos, experimentos, mitos, etc.) que le de sustento. Podemos ir hacia atrás en este proceso una y otra vez, pero ¿hasta dónde? El límite, dentro del ámbito de las ideas, debe ser donde la idea que da sustento a otra, a su vez no lo tiene dentro de esa misma naturaleza (otra idea), es decir, es una idea primaria, una verdad primigenia, absoluta y eterna, que no necesita de sustento para ser. Esa idea no es otra cosa que la descripción cruda y fiel de un pedazo de realidad objetiva, el mundo natural tal cual es. Hemos llegado al primer escalón de las ideas, y hemos iniciado con el último escalón de la realidad natural.
En este punto, las posibles combinaciones sólo son 2, ya que la realidad natural no admite falsedad:

1.    Una idea falsa apoyada en una realidad natural (una mentira sustentada en una verdad = mentira original).
2.    Una idea cierta apoyada en una realidad natural (una verdad sustentada en otra verdad = verdad natural).

Ahora bien, cada realidad natural, se sustenta en otra de acuerdo a las leyes naturales, y no hay otra posible combinación que: Una realidad natural apoyada  en otra realidad natural (una verdad sustentada en otra verdad = verdad absoluta). Si empezamos a descender por esta otra “escalera” de dependencias hasta llegar al primer escalón, llegaremos al origen del Universo o más allá: al origen de la materia. Debe haber una realidad natural tal que no requiera de otra para ser, pero como en el caso de las ideas, debe sustentarse en algo aunque sea de otra naturaleza. Recurriendo a la conceptualización de Espíritu, diré que esa realidad natural primigenia (que podría llamarse la partícula de Dios), depende de su Espíritu. En este punto, abandonamos el mundo de la realidad natural, y entramos en el mundo del espíritu: iniciamos un nuevo viaje descendiente por una nueva “escalera” sin saber cuántos escalones tiene, pero eso no importa, según nuestro modelo, hay que llegar al primer escalón, pero ¿qué hay en ese primer escalón? Pues un Espíritu que no depende de otro ni de nada más para ser. Es el Espíritu primigenio y eterno de cuya verdad depende todo cuanto hay: verdades, mentiras, ideas, marcos de referencia, constructos, sistemas de creencias, realidad natural, realidades ficticias, seres, cosas, espíritus, etc.

Partiendo de esta epistemología, racionalmente es condición inseparable el hecho, no explicado aún, de que antes que todo lo conocido, antes de todo juez, método, modelo y proceso, hay una verdad primigenia que permite que las cosas se sustenten y por ende, existan; que se sometan a un marco de referencia; que sean ponderables (recuerde lo que analizamos respecto al espíritu de las cosas). Sería una verdad que no necesita de otra que “la mire” para ser tal, es decir, ser una verdad atemporal, única en su esencia e infinita. Dejemos esto por sentado y vayamos a la búsqueda de la existencia de Dios.

Decimos: “Dios no existe”, es decir, Dios es mentira porque no se puede percibir ni explicar satisfactoriamente. Si esto es correcto, entonces quien juzga tal cosa, necesita ser verdad precisamente para poder juzgar. Este juez, como verdad que es, necesita de otra verdad que lo mire y lo pondere como tal ¿qué verdad puede ser esta? Podemos decir que tal verdad es, a final de cuentas, la materia y sus propiedades, desde elemento básico, molécula, compuesto orgánico, organismo unicelular, animal, etc., hasta llegar al juez que es el Ser humano. La verdad que mira al juez que pondera la existencia de Dios nos vuelve de cara al origen de Universo, nuevamente, que es algo que no sabemos, que no hemos logrado descubrir a ciencia cierta. Entonces sólo queda la explicación racional, aquella que se ajusta a nuestro marco de referencia científico y filosófico racional. Esta explicación nos dice que el Universo, dadas sus leyes, es autónomo a partir de su creación, pero es incierto antes de ella, es decir, sea lo que fuere antes de existir (verdad o mentira), necesita a su vez una verdad que lo mire. Es aquí donde encaja, necesariamente de acuerdo a la epistemología de la verdad y la mentira, la idea de una verdad atemporal, única en su esencia e infinita que no necesita de otra verdad que la mire para ser tal, es decir, aquí encaja el concepto de Dios.

Ahora bien, hay que tomar en cuenta que una mentira no puede engendrar más que una sólo verdad, que es en lo referente a su propia condición: es cierto que es mentira. Por lo tanto, la existencia del Universo y de todo cuanto existe, no puede provenir de una “mentira primigenia”. Eso no existe pues se anula a sí misma.

Es así que partiendo de la ponderación de Dios como mentira, que llegamos a descubrir que es verdad, la verdad primigenia que da sustento a todas las demás verdades y mentiras. Sin esa verdad primigenia, no puede haber otra verdad. Sin otras verdades, tampoco puede haber mentiras, nada puede existir.

También es importante recalcar, que encontrar un circuito irrefutablemente lógico para saber si Dios existe o no, no implica por ningún motivo, que al mismo tiempo se conozca a Dios. Eso queda para otras reflexiones.





Algunas reflexiones finales

Cuando se dice verdad, se intenta ejercer un bien en quien la escucha; cuando se dice mentira, se intenta obtener un bien de quien la escucha. La verdad dicha busca el progreso intelectual, físico o de cualquier otra índole en el semejante. La mentira dicha, en cambio, busca un beneficio económico propio o su equivalente social, que bien puede ser de forma directa o indirecta.

La verdad, penetra en el corazón de los puros y de los humildes de espíritu, se estaciona ahí, crece y eleva la consciencia, pero tiene serios problemas para hacer lo mismo con los súbditos de lo material, porque los intereses materiales por encima de todo lo demás, son sinónimo de pobreza espiritual, estancamiento evolutivo y ausencia de consciencia humana, es decir, de una adhesión completa al Sistema como forma de supervivencia social. La mentira en cambio (o la verdad relativa), por ser moldeable a cada interés y circunstancia, tiene amplio uso y aceptación entre la gente que busca destacar o mantener su status social a toda costa, o en lo religioso, gente que busca por dogma, su salvación. Por eso las verdades que dicen los poderosos, cuando esto ocurre, es cinismo puro.

Masquerpa 2012