Sería mucho pedir que algún
analista de los principales medios (principales por su cobertura, jamás por su
ética, por su capacidad o por su profesionalismo) viera más allá de la
inmediatez sobre el asunto de la legalización de una práctica muy común en
México: la propiedad de terrenos dentro de lo que se consideran las fronteras
terrestres y marítimas nacionales, por parte de extranjeros. Es sabido que tal
fenómeno, ya venía ocurriendo desde hace muchos años y se hacía posible dándole
una “vuelta” legaloide a través de fideicomisos y otros artilugios, aunque como
también es sabido, esta práctica afecta predominantemente las zonas de playa
por intereses comerciales y de turismo. Pero la Reforma al Art. 27, ahora no
sólo pone en bandeja de plata el apropiamiento de playas, sino de todo tipo de
litorales y de todo tipo de terrenos fronterizos. Y sería mucho pedir porque
desconocen u olvidan que una de las estrategias para arrebatarnos más de la
mitad de nuestro territorio, fue precisamente la compra de predios por parte de
los norteamericanos a los propietarios mexicanos; olvidan que gracias a esta
estrategia existió por 9 años un país “independiente” llamado República de
Texas. Pero tal estrategia no sólo ha sido usada para despojar a México de
territorio, también olvidan que más de la mitad del territorio palestino en
manos de particulares (propiedad privada), la compraron directamente o se las financiaron
a los nuevos migrantes israelíes, los judíos sionistas. Tener en un porcentaje
significativo a tenedores de tierra en un país extranjero, es el primer punto
de apoyo para justificar un intervencionismo directo a futuro.
En el caso de esta nueva versión
para el despojo, hay notadas diferencias entre el pasado despojo en México y también
respecto a Palestina. Ahora lo que menos importa es el territorio en sí como
valor terreno, sino el derecho aún no adquirido pero que será reclamado en su
momento, por la posesión de la tierra en relación a los recursos que contiene,
específicamente, el petróleo.
La Reforma incluye cláusulas que por
el momento nos “protegen” de un asalto a nuestra soberanía y de un usufructo
indebido de los recursos que posee, porque por ahora el interés es que se
permita la compra, nada más. Ya cuando hayan tomado control de las zonas que
son de su interés, y que no es precisamente un interés turístico, estarán en
posición de “corregir otra simulación” y adecuar la ley para que un extranjero
pueda hacer usufructo de su propiedad como lo mandan los cánones del Derecho
Humano Internacional.
Así, muchos pequeños propietarios
podrán vender franjas de litoral con yacimientos petroleros “recientemente”
descubiertos a una compañía o ellos se convertirán en socios, al más puro
estilo norteamericano, para explotar en su beneficio esos recursos.
¿Y la Constitución que señala que
la riqueza del subsuelo es de la nación? Eso será cambiado en su momento,
cuando estén listos, cuando la crisis energética prevista de aquí a cincuenta
años haga necesarios los “ajustes que permitan el progreso de los mexicanos”.
Pero no es el único escenario,
no. Ellos tienen contemplado todo un panorama de sucesos y respuestas. Si la “raza”
anda muy alebrestada, pueden propiciar una alternancia con un partido de “izquierda”
que calme los ánimos, que se “enfrente” al imperio y se “oponga” al despojo;
que promulgue la expropiación de terrenos estratégicos en manos extranjeras y
que mande a evacuarlos. Los legítimos propietarios se van a defender y bien
pueden declarar la secesión de sus tierras del Estado mexicano y refugiarse en
la protección internacional “como un pueblo que tiene derecho a elegir a su
gobierno”. Erigirán a su gobierno, el que será protegido por la comunidad
internacional, específicamente por los EEUU… Y después de unos años, se volverá
a repetir la historia de Texas.
La gravedad de la Reforma al Art.
27 Const., no se verá hoy ni mañana, y que muchas playas sean privadas e
inaccesibles para los mexicanos, es el menor de los males. El plan es a largo plazo
y no es por las playas (muchas seguirán siendo respetadas). Ellos tienen previsto
empezar a hacer hoy, lo que dentro de cincuenta años será impostergable: el
aseguramiento del petróleo mexicano para mantener su aparato militar,
industrial y económico.
México a 04 de mayo de 2013