miércoles, 10 de julio de 2013

LA FÍSICA CUÁNTICA, EL ENLACE ESPELUZNANTE, MI PARTICULAR CONCEPTO DE “ESPÍRITU” Y LA “ENERGÍA ESOTÉRICA”.


Una de las mayores interrogantes de la Física Cuántica, es la “fuerza, enlace, energía o lo que sea” que une la “vida” de dos partículas enlazadas. A tal incógnita, Niels Bohr la llamó “enlace espeluznante”.  El “enlace espeluznante” se puede detectar entre dos partículas enlazadas y su efecto consiste en que al afectar a una de las partículas, la otra igualmente se afecta no importa a qué distancia esté de su “gemela”, es decir, es como si ambas partículas fuesen una sola pero en dos lugares distintos al mismo tiempo. Este fenómeno ha dado lugar a la especulación: que si existen los Universos paralelos, que si la teletransportación es posible con el uso de este principio, que si todo cuanto vemos es una réplica de otra realidad, etc. Lo cierto es que el efecto existe y la ciencia no ha podido explicarlo, aunque sí ha podido medirlo e inclusive, producirlo.

Antes de entrar en materia, vamos a definir algunos conceptos clave para la mejor comprensión de este ensayo.

FÍSICA CUÁNTICA.- La física cuántica, también conocida como mecánica ondulatoria, es la rama de la física que estudia el comportamiento de la materia cuando las dimensiones de ésta son tan pequeñas, en torno a 1.000 átomos, que empiezan a notarse efectos como la imposibilidad de conocer con exactitud la posición de una partícula, o su energía, o conocer simultáneamente su posición y velocidad, sin afectar a la propia partícula (descrito según el principio de incertidumbre de Heisenberg).

ENLACE ESPELUZNANTE.- Enlace que une la vida de dos partículas sin importar la distancia entre ellas (ver PARTÍCULAS ENLAZADAS más adelante).

MI PARTICULAR CONCEPTO DE “ESPÍRITU”.- Ya explicado en notas anteriores, se resume de la siguiente manera: “El Espíritu de una “cosa”, es aquello que la hace ser esa “cosa”; que permanece después de la “cosa” y existía antes de la “cosa”, por lo que nada puede llegar a ser sin su espíritu. El espíritu de las cosas, es la conjunción-combinación de las leyes de la física y las propiedades de la materia y energía, y el por qué de las mismas.

“ENERGÍA ESOTÉRICA”.- Es la manifestación de fenómenos físicos aparentemente o no ajenos a la ciencia cuya característica principal es la creencia de que es generada o impulsada por medios espirituales. La “Energía esotérica” puede manifestarse de forma simple (energía mecánica, térmica, lumínica, etc.) o de de forma compleja (sanación de un enfermo, por ejemplo).

PARTÍCULAS ENLAZADAS.- Se supone que si tenemos dos partículas que se dispersan luego de una colisión y viajan en direcciones opuestas, podremos hacer mediciones en una de ellas y así, indirectamente, podremos tener información de la otra sin realizar sobre ella ninguna medición. Se supone que existe la propiedad de la localidad, en el sentido de que algo que ocurre en un lugar no debería afectar a cualquier cosa que suceda en un lugar lejano, a no ser que se envíe una señal de un lugar a otro (como máximo a la velocidad de la luz) que pueda producir un cambio en este último. La otra posibilidad, la no localidad, implica que ambas partículas siguen vinculadas (entrelazadas) con una información que se transmitiría, posiblemente, a velocidades mayores que la de luz. El hecho, es que al realizar una medición sobre una de las dos partículas enlazadas, la otra partícula, se altera invariablemente. Por otra parte, investigadores han descubierto que cuando hay varias partículas entrelazadas la sensibilidad del sistema aumenta de modo significativo.

Entendida la parte de definiciones, vayamos a establecer una característica inherente de las partículas enlazadas: existe un enlace cuya naturaleza se desconoce, que permite el tránsito de datos desde una partícula a la otra partícula. Como vimos, los físicos han especulado sobre si esos datos, para ir de un lugar a otro, sólo pueden viajar máximo a la velocidad de la luz, o si por el contrario, pueden viajar más rápido que la velocidad de la luz. Creo que en ambos casos yerran. No es que los datos viajen, sino que es el enlace un reflejo de los datos y éste es el que se altera. Es decir, si bien no sabemos la naturaleza del enlace o fuerza que mantiene unidos los estados cuánticos de las partículas enlazadas, sí sabemos que existe tal enlace, pero la mecánica asociada al pensamiento que representa el enlace, no es la adecuada, tal como si de un conductor eléctrico se tratara, donde el flujo de electrones viaja a través de él para llegar de un extremo al otro. Más bien pensemos en un enlace con otras características, como puede ser una cadena de transmisión de una bicicleta (al desconocer la naturaleza del enlace, es válido pensar en él de esta forma). En ese caso, los “datos” no viajan por el enlace, sino que son los datos o su reflejo, los que componen el enlace (eslabones de la cadena, que pueden ser ciclos de onda). Así, ante cualquier cambio en uno de los extremos, toda la cadena hasta el extremo opuesto (donde se encuentra la otra partícula) sufre y refleja el cambio al instante, sin que tenga que mediar ni la distancia ni el tiempo. Esta representación del enlace espeluznante, no contradice los datos experimentales ni la teoría en lo general, más bien por el contrario, abre toda una gama de posibilidades para avanzar en el entendimiento del fenómeno.
Un enlace espeluznante tipo cadena, estará presente entre cada par o conjunto de partículas enlazadas, por cada variable cuántica que estas tengan en el enlace, de tal forma que entre mayor o menor número de variables enlazadas, mayor o menor será el número de cadenas de enlace y mayor el enlace espeluznante entre ellas, con lo que ya se puede establecer claramente una magnitud de enlace. Esta diferenciación se establece porque cada variable cuántica estará representada por  una determinada longitud de onda distinta para cada variable.
El asunto se torna más interesante si pensamos que la cadena de enlace existe independientemente de que una partícula esté enlazada o no con otra partícula, por una o varias de sus características cuánticas. La partícula en lo individual, sin enlace alguno, se vería como un erizo o una pelota rodeada de resortes sujetos a ella por un extremo y sueltos hacia el otro extremo, y cuando la partícula interacciona con otra similar, puede entrar una especie de “resonancia cuántica” entre ambas partículas, dada una o varias de sus características cuánticas, de modo que ambas partículas se “enganchan” a través de sus respectivas “cadenas de enlace resonantes” que conforman un “par resonante”, los cuales se fusionan formándose así una sola cadena para cada variable (similar a la cadena de una bicicleta) , que las mantiene unidas, ya sea por una sola variable cuántica, o por más. Resulta obvio pues, que ente más cadenas de enlace cuántico unan a dos partículas, más enlazadas estarán y más sensibles a los cambios entre una y otra serán.
Esta teoría en sí, ya es todo un reto para los físicos y puede derivar en decenas de conjeturas y nuevas ventanas abiertas de experimentación y teorización, pero no es de mi interés continuar en su formulación por el momento, sino como preámbulo para abordar otras ideas, específicamente acerca de conceptos no precisamente considerados dentro de las ciencias exactas. Se trata de intentar explicar fenómenos que a la fecha permanecen envueltos en el escepticismo, y hacerlo a través de cuestiones físicas, como es el caso de la intuición, la percepción extrasensorial, y otros fenómenos relacionados con el espiritismo y con el mentalismo.
Empezando por tema de la “resonancia cuántica”, podemos aventurar que existe de dos tipos: a) resonancia en paralelo, y; b) resonancia en serie. El primer caso derivaría en un par de partículas enlazadas cuánticamente; el segundo, en una extensión del alcance de la cadena de enlace por medio de su amplificación hacia el extremo más lejano de la partícula, como una especie de “amplificadora/re-transmisora” de datos.
Como dice la teoría, los datos no viajan, sino que están presentes como un reflejo de la variable cuántica a lo largo de toda la extensión del enlace (o resorte, siguiendo con la analogía), pero eso no implica que no sean transmitidos: son transmitidos por la simple cercanía dentro del “umbral de afectación”, que es la distancia desde la partícula hasta el extremo más lejano de sus cadenas de enlace cuántico. Pero este umbral, puede volverse muy flexible a partir de que se forme un “par resonante” o enlace espelúznate de una variable. Es como si el resorte, ya enganchado a otra partícula, se elongara o se comprimiera, pero sin soltarse, de acuerdo a la distancia entre ambas partículas. Es así que un par de partículas se pueden enlazar mediante una interacción cercana (entraron en interacción por su umbral de afectación), pero ya enlazadas, pueden separarse grandes distancias (por arriba del umbral original) sin perder el enlace. Por ejemplo, una par de fotones enlazados que se producen en un cambio cuántico de un electrón o como resultado del choque de un positrón con un electrón, se forman prácticamente en el mismo sitio, pero pueden viajar enlazados una distancia indeterminada, escalarmente muy grande.
Partiendo de estos principios, pasaremos de la escala sub atómica, a la escala celular. Las células que conforman a un par de gemelos, tendrán en su estructura atómica, además de las similitudes genéticas, similitudes en cuanto a su orden cuántico, es decir, al haber seguido el mismo (o casi el mismo) proceso de desarrollo, el número y diversidad de partículas enlazadas involucradas, será igualmente similar, por lo que serán más sensibles a los cambios invisibles que tenga uno u otro, respecto a un par de hermanos no gemelos. Inclusive puede pensarse que habrá partículas enlazadas entre ambos, es decir, un conjunto de electrones, neutrones, etc., incluso átomos completos de uno de los gemelos, enlazados a sus correspondientes en otro de los gemelos. La pregunta es ¿podrá haber células completas o una porción de ellas enlazadas entre uno y otro? Esta conjetura es fundamental para establecer si una afectación a ese nivel pueda ser percibida de alguna manera entre ellos.
El cerebro, la piel y el corazón son, a saber, los órganos con mayor poder de emisión de ondas, entre magnetismo, electricidad, calor, etc., y de igual manera, de mayor poder de recepción de tales ondas, aunque no son los únicos órganos que tienen esa capacidad. Por ejemplo, un perro puede percibir más claramente estados de ánimo y “energías” positivas o negativas de la gente que se le acerque. Se trata de fenómenos complejos donde intervienen tanto los sentidos tradicionales (olfato, vista, tacto, oído y gusto) como otros “sentidos” no convencionales y poco estudiados, pero que están presentes y pueden llegar a ser más determinantes y veraces que los receptores normales.
Las sensaciones que producen nuestros receptores, aunados a la experiencia (tanto la genética como la adquirida, sea consciente o inconsciente), en conjunción con una capacidad desarrollada para identificar mejor los estímulos y las respuestas hormonales consecuentes (si se dan), nos permiten diferentes niveles de respuesta ante aquello que no es visible a simple vista. El origen de muchas fobias aparentemente irracionales, suele contener elementos de experiencias desagradables ya olvidadas en el consciente, pero presentes en el inconsciente.
Pero ¿qué pasa con las personas que más allá de un estímulo físico cercano, pueden percibir el peligro propio o ajeno a distancia? ¿qué es lo que permite explicar tal fenómeno? Volviendo al caso de los gemelos, sus similitudes cuánticas bien pueden explicarlo, pero, ¿y los no gemelos? ¿o los gemelos con poca o nula “comunicación” extrasensorial? Por experiencias compartidas, la mayoría de gemelos poseen esa “comunicación”, aunque quizá algunos no sepan interpretar ciertos estímulos y no vean la “conexión”. El asunto es que no necesariamente pueden darse ese tipo de enlaces entre gemelos. Todos los seres humanos provenimos del mismo origen, y estamos confinados en un espacio muy pequeño y por una historia biológica muy similar y paralela, al grado de que sólo un porcentaje genómico menor nos separa de otras especies incluyendo a las plantas. La materia que nos compone bien pudo ser parte de millares de seres vivos anteriores y entre dos personas contemporáneas, puede haber “ancestros” comunes fuera de lo que tradicionalmente se denomina ancestro. Estamos hablando del nivel atómico: Pedro y Juan (contemporáneos) seguramente tienen átomos que pertenecieron a Luisa (RIP), sin ser descendientes de Luisa. O más allá: Juan puede estar conformado por algunos átomos que pertenecieron a Pedro y viceversa.
Si la duración de los enlaces espeluznantes puede durar mucho tiempo, mantenerse así es más probable en un espacio tan cerrado, de tal suerte que podemos decir que todo lo que hay en el planeta, de una u otra forma, está enlazado cuánticamente. Tanto la materia viva como la materia inerte, poseen similitudes cuánticas de muy diversa magnitud y, como en todo lo que a mediciones se refiere, a mayor sensibilidad, menor puede ser el estímulo para percibir un fenómeno producto de enlaces espeluznantes.
La intuición, la percepción de “malas vibras”, la empatía o el desagrado, el saber “conocer” a primera vista, el amor mismo, el déjà vu, los presentimientos… todo puede tener un precedente cuántico y, mientras más irracional se presenta la experiencia, su explicación puede estar más cercana a los enlaces cuánticos. Entrar en “armonía” con el entorno es afinar la percepción extrasensorial para recibir información acerca de cómo se está comportando lo que nos rodea, y esa información sólo puede llegar desde la distancia, por medio de los enlaces cuánticos de partículas enlazadas. Muchos enigmas de la naturaleza, que se cuentan por cientos o miles, pueden ser explicados de esta manera. Por algunos ejemplos clásicos: 1) las migraciones de especies que jamás han hecho un determinado recorrido; 2) la sensación de pérdida antes de enterarnos del fallecimiento de alguien cercano; 3) en mi caso, el presentimiento de la aproximación o encuentro físico de alguien especial (o como lo relata Cortázar en “Rayuela”); 4) visiones o imágenes del futuro; 5) mascotas que perciben la llegada de su amo a varios Kms. de distancia, donde la empatía cuántica pudo haber sido el origen de la relación entre ambos, etc. El “Espíritu de las cosas” o la forma y los principios que hacen que las cosas sean como son, aún antes de existir, es el vínculo que une a todo, no sólo en forma de leyes naturales, sino en el trasfondo, que viene a ser la “huella cuántica” no sólo de los objetos a su paso por el tiempo, sino de sus efectos y relaciones con los demás objetos. La “huella cuántica” forma una especie de entramado que hasta el momento sólo es posible escudriñar e interpretar a través del “Espíritu” entendido ahora como la “experiencia cuántica” de cada persona (o Ser vivo), que es en realidad la “huella cuántica” que conlleva la materia de que está formada y es sólo concerniente a esa persona.
De ahí, podemos partir a otras realidades francamente situadas dentro del esoterismo, no intentando establecer una relación estrecha, sino sólo dando pie a ser vistos desde otra óptica un poco más racional, de modo que inclusive la “energía esotérica”, capaz de “remediar al mundo” y otras virtudes, como la de curar con las manos, pueda ser vista ya no como algo que sólo sirve a los charlatanes, sino como un campo de investigación serio que derive en separar el trigo de la paja.
Arturo Mascherpa Villegas
México a 10 de julio de 2013

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