viernes, 1 de noviembre de 2024

LA CONQUISTA DE AMÉRICA. La otra mirada.

 

LA CONQUISTA DE AMÉRICA. La otra mirada.

(Ensayo breve)

Se ha debatido mucho sobre las atrocidades españolas durante la conquista y la Colonia desde dos ópticas opuestas. La que trata de desmentir, suavizar o hasta justificar los actos inhumanos contra los habitantes de América y la que trata de maximizarlos. La primera postura, se basa principalmente en documentos de la época, tanto de quienes justificaban, omitían o negaban los abusos, como de quienes los denunciaban, pero con una constante: eran españoles o criollos radicados en América, pero no cualquier español o criollo, sino aquellos que tenían el privilegio de comunicación directa o indirecta con la corona española. Si bien, desde la monarquía española había un aparente preocupación por preservar un cierto bienestar y ciertos derechos de los indígenas americanos, nunca un rey se dignó a pisar suelo americano; toda información le llegaba, junto con las riquezas en oro del “nuevo continente”, por medio de cartas, la enorme mayoría escritas por sus administradores y el propio virrey. La pregunta es ¿qué tan objetivas eran? ¿qué tanto relataban hechos ciertos? Los kilogramos de oro constantes bien podían limar cualquier suspicacia de la corona sobre lo que realmente pasaba. La otra postura, no difiere mucho de la primera, salvo que en su mayoría provenían de frailes y que su frecuencia estaba muy por debajo de las primeras. En resumen: cualquier conclusión basada en este tipo de documentos, no puede por ningún motivo, considerarse como un retrato fiel de los hechos reales.

En el otro extremo, están quienes maximizan los efectos negativos de la conquista. Este grupo se compone principalmente de estudiosos de la historia que no sólo han hecho investigación bibliográfica, sino de campo. Quizá empujados por el nacionalismo, algunos realmente demonizan la intervención española en América, aunque también los hay que la suavizan demasiado, es decir, hay menos consenso entre ellos sobre el tema que los de la posición contraria.

Pero el objetivo de este escrito no es entrar en la polémica del saqueo, ni de las matanzas ni de aquellos elementos que han sido el centro del debate, sino analizar el cambio o quiebre de una línea cultural como consecuencia de la intervención. Se arguye por ejemplo que gran parte de la riqueza extraída se quedó en América y con ella se construyó mucha infraestructura, pero no se dice que la mano de obra era esclava y que los materiales provenían de la infraestructura indígena anterior destruida por el invasor. Se habla de las “mejoras” culturales como el idioma, pero no se dice que fue impuesto en desprecio de las lenguas nativas; se dice que se creó en México la primera Universidad de América, pero no se dice que los Calmécac fueron destruidos con todo y sus acervos técnicos, culturales e históricos. Se dice que “civilizaron” a los habitantes pero no se dice que los indígenas tenían una mejor educación cívica, higiénica, económica y laboral que los europeos. Se dice que “nos enseñaron” ingeniería civil, pero no se dice que destruyeron el sistema hídrico más avanzado del mundo en esa época hecha con “palitos” (a la fecha, no se ha logrado el mismo resultado para evitar las inundaciones en la CDMX, después de siglos de proyectos y millones de pesos invertidos en obras). Es por ahí por donde se aborda este escrito: la destrucción de una gran cultura, destrucción por ignorancia, soberbia y estupidez.

Alejandro Magno bien pudo mandar a destruir las pirámides de Guiza por prejuicios religiosos o por no reconocer la grandeza de la cultura egipcia, pero no lo hizo. Tampoco impuso el griego a los egipcios ni a ningún otro pueblo conquistado; no los obligó a ceñirse a la cultura griega ni inundó con templos griegos sus territorios; no destruyó su acervo bibliográfico ni les cambió su religión. Eso es lo que hace un verdadero conquistador… los otros, son sencillamente destructores. Gengis Kublai Khan es otro buen ejemplo, que conquistó al Imperio chino y no se dedicó a hacer destrozos, sino a asimilar para sí esa gran cultura inaugurando una nueva dinastía en China (Yuan).

Tanto Egipto como China, siguieron siendo Egipto y China durante y después de haber sido conquistados y de haberse liberado, hasta en sus denominaciones. En América ocurrió otra cosa: se acabó con la arquitectura prehispánica y su sabiduría; se acabó con la escritura, la escultura, la astronomía; la lengua junto con algunos elementos culturales, apenas pudo sobrevivir y eso gracias a las poblaciones marginadas de poco o nulo interés para los invasores; con las religiones, con las formas políticas y sociales; con la educación cívica y técnica; con la gran mayoría de las técnicas agrícolas, la botánica y la medicina. Después de toda esa abolición de las formas culturales, lo más grave es que se extinguió a punta de espada y látigo, la cosmovisión e identidad étnica de un pueblo o de muchos pueblos, sencillamente por ignorancia y falta de respeto e interés. La cultura Azteca fue la más sobajada y anulada de toda América, incluso más que la del Imperio Inca en el Perú. Tampoco a los mayas, a los yaquis o a los purépechas, les fue bien en ese proceso.

¿Qué tan grave es ese tipo de destrucción? No lo sé, pero hoy se gastan millones para saber aunque sea un poco de esas culturas. Son algo que se extinguió y no por procesos o coyunturas naturales, sino por la barbarie de una cultura belicosa, codiciosa e ignorante.

… Todavía hay “gilipollas” que se atreven a decir que “no hay ‘nada’ de qué pedir perdón”.

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