jueves, 19 de julio de 2012

El Sistema del poder Vol. 2 La teología de la dominación. Prólogo


PROLOGO DE LA PARTE SEGUNDA


La Teología de la dominación, segunda parte de la obra, representa una lente distinta, racional y objetiva donde se analizan los aspectos teológicos que tienen que ver con el ejercicio del poder y la manipulación social en aras de mantener un Sistema de vida que no sólo involucra las formas de actuar y de pensar, sino la manera en que cada ser humano siente y se siente, en cómo se interpreta a sí mismo y cómo interpreta su realidad social; un Sistema que construye en el individuo una identidad marginal. Es así, bajo estas dos grandes columnas (la política y la religiosa) que soportan y mantienen el poder en unas cuantas manos, que se pretende enmarcar la totalidad del qué hacer y del qué pensar humanos, como si no hubiera nada más fuera de estos límites. Ciertamente, bajo el esquema sistémico, el marco de referencia social resultante, hace inviable cualquier otra forma de hacer las cosas, de organizarse socialmente, de establecer una economía, etc., por la sencilla razón de que estos elementos son una parte del Sistema junto con todo el aparato legislativo, ideológico y cultural que lo comprenden. Inclusive, en opinión de los “intelectuales” sistémicos, que son los grandes conocedores de lo que defienden, lo que se ubica fuera de los límites del Sistema, sea político, económico, teológico, cultural, social, etc., se encuentra fuera de lugar y no puede ser aceptado. Los cambios, anexiones o sustracciones de cualesquiera elementos que conforman el marco de referencia sistémico, deben, para hacerse efectivos, exponerse al juicio de los sistémicos y librarlo.

La mayoría de los ideólogos sostiene que para resolver la problemática social actual, se requiere de nuevas formas de actuar y de pensar, pero no salen del marco de referencia sistémico, por lo que sus recomendaciones son en el sentido de resolver los aspectos negativos del Sistema pero nunca plantean la necesidad de arrancarlo de raíz y re inventar a la sociedad humana. Esto es parte de las barreras ideológicas a las que se enfrenta un trabajo como este: ¿cómo convencer a la población de que el Sistema en realidad es la peor plataforma para lograr un cambio positivo e integral en la sociedad?. Si lo vemos día con día, en temas que involucran una ampliación de las libertades inconscientes, el debate se recrudece de tal forma, que exhibe la naturaleza represora del Sistema (v.g.: aborto, eutanasia, etc.). Existe una burocracia ideológica que domina a la opinión pública, que es parte del Sistema y defensora del mismo, que se encarga de testar todo producto ideológico para determinar su validez sobre la base del marco de referencia actual. Puede determinar varios tipos de peligro: el menos alarmante lo representa aquella ideología que si bien perjudica a la sociedad en forma de sub culturas ociosas, no pone en riesgo la continuidad del Sistema, y se la tolera porque es una válvula que libera parte de la presión social; en cambio, la que considera realmente peligrosa es la que pone en riesgo la continuidad del Sistema, sin importar que represente un beneficio social. En el caso de las religiones, cada una de ellas pasa por la báscula de esta burocracia y ellos determinan si resulta positiva o negativa, dañina o benéfica. En general, las religiones actuales pasan la prueba ya que no sólo ocasionan solo “daños menores”, sino que contribuyen a la continuidad y, por lo tanto, a pesar de su enorme influencia sobre las masas, al menos se las tolera.

El gran problema de cualquier teoría que establezca la desintegración del Sistema, es decir, la desintegración de la civilización actual como marco de referencia social, y que además coloque esta opción como la única que la humanidad puede tomar, con todo y que se pueda probar fehacientemente que el Sistema representa la involución de la especie y que se pruebe que sobre la base del Sistema tampoco existe solución real de cambio, es que el Sistema, al funcionar como gallina que protege a sus polluelos, inyecta a toda persona bajo sus alas, un gran temor junto con la idea de una consecuencia culposa, de aventurarse más allá de ella, y más aún, si se es privilegiado del Sistema, directa o indirectamente, si se goza de una posición social segura, de reconocimiento, etc., se antoja por completo innecesario cambio sustancial alguno, no vaya a ser que el resultado nos deje en igualdad de circunstancias a todos, es decir, se tiene miedo a la igualdad, a la justicia y nadie quiere perder el fruto de su esfuerzo, no importa que sea en pos de conservar a la especie o que sea en pos de recuperar nuestra capacidad evolutiva. Este egoísmo e inseguridad personal, que es producto de los vicios del Sistema, se acaba por imponer para negar las realidades objetivas del ser humano, de igual manera que se rechazan automáticamente las filosofías, los estudios, los análisis y las teorías resultantes que pongan en evidencia esta realidad oculta. La consecuencia tiene dos efectos: 1) no sólo es la parálisis social en lo sustancial, sino su decadencia; 2) una alta dinámica en lo superfluo para compensar la primera. El primer punto se refuerza por el eje espiritual del Sistema, es decir, por las religiones.

La alianza Estado – Iglesia tiene una larga y antigua historia, pero para el mundo occidental, resultó crucial en tiempos de Constantino. Sin esa alianza no es posible entender nuestra realidad social actual ni se puede explicar certeramente la historia desde entonces hasta nuestros días. Del mismo modo resultó crucial para los musulmanes la alianza surgida de la Guerra Santa emprendida por Mahoma. Este tipo específico de alianzas, ha puesto a la religión en una posición más relevante de la que tenía en la antigüedad estando en presencia de un Estado laico; pasó de ser solo una herramienta para la dominación, a ser parte del marco de referencia social, indispensable para lograr la cohesión de las personas pertenecientes a un pueblo. De esta forma, vemos cómo cuando el marco legal falla en someter a sus juicios una postura social, la religión entra al quite acudiendo a aspectos moralistas, de consciencia culposa o simplemente impositiva so pena de excomunión, expulsión o rechazo.; la “condena divina” convertida en bayoneta.

Sin embargo a pesar de las similitudes con la dominación socio política, a la dominación religiosa se le distingue por tres aspectos: 1) Notablemente, tanto en líderes como en seguidores, la prepotencia y pedantería de las personas por motivo de pertenencia a un nivel religioso, no se compara contra lo que encontramos en el ámbito político económico (es más notoria la religiosa); 2) Su legitimidad entre la población no depende de patrañas como la seudo democracia, y; 3) Comercia con intangibles fuera de esta vida, por lo que nadie “de este lado” sabe si cumple o no lo prometido (los políticos han aprendido de esto).

La religión, salvo excepciones, por haberse sabido adaptar a la coexistencia con otra forma de dominación, es capaz de mantenerse evolucionando de acuerdo a los cambios en el entorno socio político, sin importar que vaya de un extremo a otro (v.g. , La Iglesia Ortodoxa Rusa o La Teología de la Liberación).

Otras manifestaciones híbridas que podríamos definir como político religiosas, son aquellas sectas donde prevalece el mito religioso pero el tinte es primordialmente político económico, como es el caso de los grupos masones, los caballeros de colón, los rosacruces, etc., en su mayoría producto de la fusión Religión – Grupo sectario.

La religión, como forma de dominación y como punta de lanza para la intervención de un pueblo sobre otro, no había sido tan importante políticamente sino hasta la consolidación del cristianismo. Ninguna otra religión había salido con tal fuerza e influencia fuera de los límites de una cultura, como lo fue el cristianismo. El islamismo, de hecho, trata de seguir senderos similares para imponerse a lo largo y ancho del mundo árabe. Paradójicamente, la antecesora de estas dos vertientes, es decir, el judaísmo, por definición no podía ser compartida, mucho menos impuesta, a otros pueblos fuera del pueblo israelí. Esta punta de lanza también funciona como fuente de resistencia política, generalmente aliada a los conservadores, a los sistémicos avasalladores. La historia de México desde la Colonia, está plagada de intervenciones de la clase clerical con repercusiones de altísimo impacto socio político, no siempre reconocidas por los historiadores, ni cabalmente registradas por estos. ¿Qué no podremos decir de Europa?

Sin embargo, la conquista del Imperio más poderoso de todos los tiempos por parte del cristianismo, es decir, del Imperio Romano, pone de manifiesto el tremendo poder de la religión cuando se impone o propone a otros pueblos, no importa qué tanto poder político, económico y militar posea. Desde el sentido mismo de la palabra religión, que es religio (Lt. escrúpulo, delicadeza), unión, se establece un Estado teológico, que el hombre lo ha convertido en un Estado teocrático, que se protocoliza con la fundación del Vaticano, siendo que el Cristo no vino a establecer una religión, mucho menos un Estado, sino una Iglesia, que es una filosofía de vida, que si bien manda tolerar al Sistema hasta que llegue el tiempo de su destrucción, también manda alejarse de sus vicios y evitar caer en la tentación de participar con él en pos de sus beneficios. Ya en el corazón de la obra se analizarán más a fondo estos y otros temas controversiales.

En algún lugar del mundo, a 9 de enero de 2006, siendo las 05:13 hrs.
Masquerpa

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