lunes, 18 de junio de 2012

El Sistema del Poder Vol. 1. Cap. 3


CAPITULO TERCERO. El campo de acción del Sistema

Primer apartado
Las dimensiones sociales del Sistema

El Sistema es como un cono. En la circunferencia se encuentran los ámbitos; en la altura, los niveles y en el radio, la posición de los sistémicos. A mayor altura, el área se reduce, lo cual corresponde al nivel socioeconómico; a menor circunferencia, que tiene que ver con una mayor altura, se delimitan los ámbitos, y; la posición de un borde lateral del cono a otra posición del borde, establece un ángulo que da la tercera dimensión. Este ángulo determina la posición de los sistémicos. ¿Es creíble la igualdad en una sociedad cónica? La respuesta es que ni en un mismo nivel, pues siempre estará presente el marco de referencia de los demás niveles.

Segundo apartado
Los ámbitos del Sistema

El Sistema, posee dos ámbitos: el ámbito consciente y el inconsciente. Cada persona beneficiaria del Sistema, se desarrolla en alguno de estos dos ámbitos, los cuales, se encuentran formando los extremos de una línea recta, la primera dimensión del Sistema. El extremo consciente, agrupa a los individuos que estando conscientes del funcionamiento del Sistema, sus medios y herramientas, así como de sus repercusiones sociales e individuales sobre las personas y el medio ambiente, fomentan su perfeccionamiento y, a pesar de ser víctimas también del Sistema, son los principales beneficiarios del mismo (obtienen libertad de acción a costa de perder libertad del Ser) , razón por la cual intentan a toda costa preservarlo. Por el lado de los inconscientes, funcionan exactamente del mismo modo que los conscientes, pero lo hacen por imitación, pues no son plenamente conscientes de sus actos y las consecuencias que se derivan de ellos, ni de sus alcances ni tienen claridad de los objetivos reales que involucra su forma de vida y de pensamiento; son los beneficiarios cómodos del Sistema. Por dar algunos ejemplos tenemos que los restos de las monarquías europeas, las añejas aristocracias ligadas al poder de los Estados, los grandes magnates comerciales y muchos miembros de consorcios industriales, los políticos que operan en logias delante o detrás del poder generalmente de repercusión internacional, son ejemplares de los sistémicos conscientes. Por el lado de los cómodos, se encuentran la gran mayoría de los deportistas profesionales que gozan de sueldos insultantes, los cantantes, actores, músicos, periodistas, comentaristas de los medios masivos de comunicación (principalmente dentro las televisoras) y artistas de diversas disciplinas con pobres ofertas artísticas que generalmente son apoyados por las grandes compañías del espectáculo; la gran mayoría de los directores y gerentes de empresas grandes y medianas; los ostentantes de cargos medios en los gobiernos y organismos políticos, puestos ahí por relación de grupo o relación individual con gente ligada al poder, algunos científicos y muchos intelectuales renombrados, entre otros. Estos individuos son generalmente protagónicos y llevan al extremo las actitudes intolerantes y de desprecio hacia otras clases sociales que caracteriza a los sistémicos, si no de palabra, sí en la práctica, es decir, son completamente funcionales para preservar y promover los dogmas sociales del Sistema. Son seres con poca o nula consciencia social, tan torpes que piensan que nacieron para mandar a quienes “nacieron para obedecer”, a quienes llaman ignorantes por el hecho de no tener los medios para destacar bajo las normas del Sistema; vinculan el éxito con el poder económico y la fama. Otros son tan “conscientes” de su papel dentro de la sociedad, que hasta son capaces de defender a los más desprotegidos organizando rifas, subastas y todo tipo de eventos donde sólo asiste gente de “su clase”, donde se ofrecen manjares para comprar un plato de arroz a los pobres y presentan grandes espectáculos para subsanar las necesidades más elementales de los desposeídos; forman todo tipo de organizaciones de asistencia pública, de las cuales obtienen ellos el mayor beneficio, si no en dinero, sí en reconocimiento, en capital social y político. Si bien todas estas actividades derivadas de su “consciencia social” atenúan en alguna medida las injusticias del Sistema, no hacen nada por resolver el problema de fondo porque no lo ubican o porque no les conviene. La existencia de estas organizaciones altruistas representa el hecho de admitir que el Sistema es injusto por necesidad; que hay que ayudar a los pobres pero sin perder la distinción de clases que cada uno tiene. El la cuarta parte de esta obra, trataremos a fondo a las organizaciones altruistas dirigidas o promovidas por las clases pudientes. Ya cuando alguien dentro del poder habla de acabar con la pobreza, o es un ignorante o es un demagogo: no se puede acabar con la pobreza en una sociedad de clases, aunque algunos podrán poner ejemplos de bajos índices de pobreza alrededor del mundo, esto se llega a dar localmente debido a que la balanza comercial les beneficia pasando la factura de su bienestar a los pueblos con pobreza. Esta situación es fácil de probar analizando la ruta del dinero y la ruta de la riqueza producida: quienes producen los bienes y servicios son los explotados (tienen un déficit entre lo que producen y lo que reciben a cambio); quienes la administran y los dueños de los medios de producción, son los beneficiarios de la plusvalía (que es la forma técnica que Marx encontró para no llamarle por su nombre: robo). A nivel empresa, a nivel país o bloque, esta regla se cumple, de tal manera que sin la existencia de pobres, sería imposible la existencia de ricos, como ya se pudo comprobar dentro de las sociedades supuestamente comunistas: la producción de riqueza no alcanza para que la mayoría sea rico, sólo para unos cuantos. De ahí la “maravilla” del capitalismo: todos pueden llegar a ser ricos, claro, no al mismo tiempo, pues sin alguien a quién explotar, no funciona. La acumulación de riqueza de uno, representa la acumulación de necesidades insatisfechas de muchos.

Volviendo al tema central, a lo largo de toda esta línea dimensional del Sistema, los individuos sujetos a ella, tienen autonomía para hacer y deshacer contra o en pro de intereses diversos, pero rara vez contra el Sistema mismo (cosa que llega a suceder cuando son marginados, de alguna manera, de los beneficios del Sistema). Las guerras, el deterioro ambiental por perseguir intereses económicos, la miseria, la promoción de la ignorancia y la injusticia distributiva (como la principal causa del mayor número de muertes en el mundo), son algunas de las consecuencias más perniciosas que provienen de las actividades de estos grupos humanos, tan soberbios y tan nocivos, que me avergüenzo de pertenecer a la misma especie.

Los sistémicos inconscientes no se dan cuenta que su estupidez va en relación directa con los beneficios que les aporta el Sistema. Piensan que ellos no tienen nada que ver con los males sociales, cuando en realidad son coautores de los mismos, al menos implícitamente, porque si bien aparentemente no hacen nada directamente por provocarlos, su forma de vida, el pensar y el hacer, el defender su condición como bondad del Sistema a la cual dicen, todos pueden acceder, le permite al Sistema promoverse, mantenerse y a la vez, liberar presiones sociales. Estos sistémicos, forman una masa crítica a favor del Sistema. Un ejemplo muy local, se da cuando los hijos, nietos, cónyuges u otros parientes cercanos (sistémicos inconscientes) de antiguos dictadores (sistémicos conscientes), y que durante los “buenos tiempos” nunca renegaron y más bien festejaron los beneficios producto de los crímenes y atrocidades de su benefactor, al llegar los “malos tiempos” y con ellos la persecución, se quejan argumentando que ellos no tuvieron injerencia ni voz ni voto en las decisiones de su pariente poderoso y, por ende, se consideran inocentes de toda culpa. Nada más falso: aún cuando no hubiesen cometido delito o abuso alguno, al haber recibido sin reparo ni consciencia alguna los beneficios producto de la infamia, se hicieron cómplices de tal infamia. Ignorar justifica, pero si no se repara el daño cuando se sabe todo, la complicidad permanece y cualquier defensa resulta cínica e inmoral.

Otra diferencia importante de estos extremos, es que los inconscientes (que se benefician sin riesgos y no tienen que planear ni dirigir), no tienen poder sobre el Estado y sólo sobre la sociedad de manera relativa; al contrario, los conscientes son quienes deciden el destino de la humanidad.

Tercer apartado

Los niveles del Sistema


Si cambiamos de nivel, digámoslo en el lenguaje mismo del Sistema: “bajamos de nivel en las clases sociales”, encontramos la segunda dimensión del Sistema (altura del cono). El sistema de clases o castas de la sociedad, determina los niveles del Sistema. Los factores que determinan estos niveles, son básicamente tres: poder económico, poder social y poder político. Los que carecen de estos tres poderes, son los de la clase más baja (no importa su nivel educativo, ya que este es más bien consecuencia de aquellos); las clases dominantes en cambio, poseen estos tres poderes en mayor o menor grado. Una característica en algunos países, es que, a causa de la globalización, los gobernantes han perdido una cantidad importante de poder social, aunque mantienen el poder político, el cual sigue haciendo millonarios a los cientos que se cobijan bajo la sombra del gobierno del Estado, sea directa o indirectamente. Por poner un caso prominente, el caso del empresario mexicano Carlos Slim, quien a la sombra del gobierno de Carlos Salinas (1990 – 1996), forjó las condiciones para pasar a ocupar nueve años más tarde, el cuarto lugar mundial en lo que se refiere a poder económico y unos años después brincar al tercer lugar con un incremento de alrededor del 300% (siendo que México es la treceava economía mundial y bajando; ocupa el sesentavo lugar en desarrollo tecnológico y su población se compone de más de 60% de pobres). Sin embargo su fortuna sólo alcanzaría para pagar un 20% de la deuda externa del país. Al tiempo de esta revisión (2007) , Carlos Slim ya ocupa el segundo lugar según Forbes y a ese paso, no tardará en ocupar el primero.
Esto es muy sencillo de entender, ya que el nivel del Sistema se refiere básicamente al nivel social tal y como lo define el Sistema (no la sociedad, pues esta sólo se ajusta a dicha definición), es decir, una persona o grupo social, pertenece al nivel del Sistema que le otorga su nivel socioeconómico. Además de esta situación, el nivel del Sistema también involucra el acercamiento o pertenencia de una persona o grupo al Sistema, de tal forma que dicho acercamiento o pertenencia, determina el nivel de proactividad y reactividad de la persona o grupo: entre mayor es el nivel del Sistema, mayor proactividad y menor reactividad, y viceversa. Esto se refleja en la capacidad para aceptar, imponer, proponer y defender las condiciones de injusticia del Sistema, por el lado proactivo; y en la necesidad de rechazar, negociar, contra proponer y denostar las condiciones de injusticia del Sistema, por el lado reactivo. El factor que rompe con estas condiciones del nivel del Sistema, es sin lugar a dudas, el grado de avance del individuo en lo que se refiere a sus libertades inconscientes, es decir, qué tanto las ha descubierto y puesto en práctica; qué tanto a desarrollado la libertad del Ser. En este caso, el nivel del Sistema a pesar de que representa el nivel socioeconómico, no equivale a los niveles de proactividad y reactividad en todos los casos. Veamos:

Cuando un miembro de la clase social baja, es más proactivo que reactivo, se convierte en líder social o sindical, o al menos en vocero de las “bondades” del Sistema: un esclavo contento. En el caso contrario, de un individuo de la clase social alta que es más reactivo que proactivo, este se convierte en líder revolucionario, reaccionario, terrorista o se aisla para no “ensuciarse las manos”. En los países gobernados por grupos de derecha, los de izquierda suelen ser básicamente reactivos y los de derecha proactivos. Viceversa cuando el gobierno está en manos de los de izquierda. Conforme las ideologías se van acercando al centro, todos empiezan a ser más proactivos que reactivos. La “democracia” juega un papel importante aquí, desde el punto de vista de promover la proactividad de la clase política, a través de las transiciones democráticas.

Cuarto apartado
La posición de los sistémicos

Los beneficiarios del Sistema, pueden adoptar dos posiciones “extremas” dentro de los límites del mismo. Estas dos posiciones tienen que ver con la forma de ver la funcionalidad del Sistema y en consecuencia, la forma de preservarlo, aunque ambas posiciones tengan el mismo fondo, existen diferencias a veces abismales entre ellas. El fondo ya lo conocemos y es la dominación total del hombre por el hombre. La forma son los métodos empleados para tal objetivo. A lo largo de la historia, en algún tiempo se les llamó a unos, conservadores y a los otros, liberales; con el nacimiento del proyecto comunista, cuyo fracaso se debió a que nunca se liberó de los conceptos sistémicos, surgen los de izquierda y los de derecha, formándose una nueva dicotomía al quedar el liderazgo comunista dentro del Sistema. En la actualidad, cualquiera que sea la definición político económica que deriva del conjunto de métodos “preferidos” y las “reivindicaciones” que cada grupo persigue, se tienen al menos dos posiciones, en muchos aspectos contrarias, por las cuales acceder al poder, ejercerlo y mantenerlo. Al final de cuentas, se trata de dos ángulos desde donde ver el mundo, pero con la misma “lente” sistémica. Cada posición se plantea con muchos elementos absolutistas que las hace irreconciliables como proyectos globales, lo que deriva en un permanente conflicto social de impacto variable. En general, llamo a los sistémicos menos extremistas, humanitarios y a los otros, avasalladores. Usando el modelo del cono, la línea del borde inicial expresa la versión vigente del Sistema; conforme esa línea pretende moverse en un determinado ángulo para crear otra versión vigente del Sistema, se establece la posición de los sistémicos. Vemos que las versiones dependen de la forma, no del fondo; este no cambia porque está apegado al Sistema: es intrínseco.

Los humanitarios, se distinguen principalmente por creer ciegamente en que el Sistema, con los ajustes necesarios, puede verdaderamente regir con provecho y en provecho de la humanidad; piensan que existe un modelo de Sistema capaz de llevar bienestar a toda la humanidad, sin perjuicio de los beneficios que como dominantes reciben, es decir, creen en cuentos de hadas, en el buen Rey, en el buen Presidente y en los buenos gobernantes; sostienen que la civilización actual, con todo y sus excesos comerciales, es ideal para llevar la justicia a todos. Más adelante en este capítulo, demostraré por qué esta filosofía es utópica, romántica y perversa, antes que posible, realista y sincera. Este grupo se distingue también porque se dice absolutamente apegado a la Ley y que nadie puede estar por encima de ella; es reacia a utilizar la “mano dura”, la represión y otras prácticas violentas para resolver los conflictos (mientras no se toque directamente su interés); se autodenominan defensores de la democracia y la justicia, con discursos achacables a Don Quijote de la Mancha, aunque invariablemente tal justicia sólo aplica sobre sus enemigos, opositores y sobre el común de la gente, y nunca van a elegir por el beneficio colectivo si este les perjudica permanentemente. Condenan la esclavitud y la sobre explotación laboral, pero promueven la automatización del pensamiento destruyendo su libertad o al menos encasillándola dentro de los límites de la crítica feroz pero inofensiva (muchos críticos del Sistema viven del presupuesto de las instituciones que sostienen al Sistema). Los sistémicos humanitarios, también se caracterizan por ser personas profesionistas relacionados con estudios en ciencias sociales y políticas, en economía, historia, etc., que van de básicos a amplios, es decir, son personas preparadas académicamente, en la mayoría de los casos, por lo que su lenguaje suele ser más refinado que el de su contraparte, es decir, de los avasalladores. Los humanitarios son más proclives al empleo de las teorías académicas de reciente acuñación, mientras que los avasalladores, al empleo de la fuerza y la imposición, quizá porque están menos preparados en la “modernidad” académica. Dos ejemplos mundiales de estos grupos, como ya se mencionó, fueron los conservadores contra los liberales y progresistas; los comunistas contra los capitalistas, entre otros muchos grupos de conflicto que han existido a lo largo de la historia. Los sistémicos humanitarios, cuando se encuentran colgados de las ramas que el Estado les extiende, suelen formar o colocarse en organizaciones de “centro”, izquierdas o derechas moderadas. Dentro de las organizaciones no gubernamentales, forman instituciones de asistencia social donde organizan fabulosos banquetes para proveerse de recursos que usan para adquirir alimentos básicos que distribuyen entre los pobres. La ONU está plagada de inscripciones de este tipo de organizaciones de beneficencia pública como demandantes de donaciones. Salvo algunas excepciones, los administradores de estas organizaciones, no pertenecen ni han pertenecido a las clases que intentan ayudar, ni tienen sus mismas necesidades; no conocen la psique de los pobres más allá de lo necesario para dominarles. Desconocen el espíritu de la pobreza.

Los sistémicos avasalladores, son más realistas, aunque en su realismo se declara su perversión y cinismo. Este grupo se distingue porque suele resolver los conflictos con el uso de la fuerza, mediante el autoritarismo, la imposición y la represión; prefiere los métodos de corto plazo y deshecha todo ideal libertario, incluyendo a la crítica. Los avasalladores miden la eficiencia del Sistema no en base a la dominación de la consciencia, sino en base a los beneficios netos. Para ellos no importa tanto el método sino los resultados inmediatos. Su apego a la Ley proviene de su uso discrecional y unidireccional; Ley normalmente establecida por decreto sin requerir pruebas de razón. A diferencia de los humanitarios, no simula tolerancia sino que se declara totalmente intolerante. De este grupo vienen los dictadores, la extrema derecha y la extrema izquierda. Aquellos que no son convidados del poder del Estado, forman organizaciones terroristas y de delincuencia organizada. Se hallan aquí también, la mayoría de los grandes inversionistas internacionales; directores de organismos multinacionales, etc. En el caso del país más poderoso del mundo, su presidente funciona como un “dictador democrático” o sujeto a los poderes internos (gobernadores, senadores, inversionistas, instituciones de seguridad nacional, sionistas, etc.), mientras que hacia el exterior, se percibe como un dictador democrático con Estados aliados.

Con el crecimiento demográfico, la expansión de las comunicaciones y la tensión internacional, los sistémicos humanitarios han ganado importantes batallas a los avasalladores. Sin embargo, estos últimos han aprendido a “jugar” con las estrategias y métodos de los primeros y empiezan a recuperar terreno inclusive, en base a lo que antes obstaculizaron, es decir, a la democracia (en realidad, protodemocracia).

Los puntos en común de estos dos grupos son, entre otros, la creencia en la necesidad de castas o clases sociales (misma creencia que imponen, cada quien de acuerdo a sus métodos, a la población), es decir, la necesidad de que existan pobres y ricos, poderosos y vasallos, etc.; que guardan especial apego a lo material; la defensa y mantenimiento del Sistema a toda costa como base para mantener sus privilegios y, una cada vez mayor tolerancia entre unos y otros (aunque hay excepciones), lo que se refleja en que los extremos político económicos cada vez se acercan más al centro. Con el tiempo, ante la ineficacia de esta clase política más tirada al centro, se abrirá la posibilidad de que los extremos vuelvan a adquirir fuerza y, se cerrará un ciclo más, otra vuelta a la tuerca. La concepción cíclica del tiempo o de los tiempos que tenían los mayas, se verifica en los cambios históricos del Sistema.

Todo aquél individuo que coincida con estas ideas de una sociedad piramidal es, en menor o mayor grado, un aparente beneficiario del Sistema y se convierte en su defensor a ultranza, con un uso de la razón muy limitado, más bien guiados por dichos, tradiciones y refranes; más bien refugiándose en su condición social de acomodo, ya que el Sistema liga el modus vivendi con la cultura que quiera imponer, es decir, nos hace dependientes de la cultura sistémica en base a realizar una actividad económica. Entonces ¿cómo podemos liberarnos de la influencia del Sistema si para sobrevivir tenemos que seguir sus reglas? Lo cierto es que la liberación de la consciencia no depende de dejar de hacer muchas de las cosas que impone el Sistema y, la respuesta a la pregunta vendrá con la libertad del Ser. Sólo se necesita dejar de pensar en automático, razonar y ubicar la consciencia.

La filosofía del poder que se está imponiendo en el mundo, paradójicamente impuesta por los avasalladores, es la de los humanitarios, debido a que las incongruencias del Sistema, requieren de un acercamiento más íntimo entre gobernantes y gobernados, es decir, del modelo protodemocrático. Se ha dado de la forma en que los avasalladores prefieren mantenerse en la sombra, sobre la cúpula del poder mundial y utilizan a los humanitarios como frentes para el ejercicio abierto del poder. De esta forma, los humanitarios no pueden mover un dedo sin la complacencia o desaprobación de los avasalladores, que desde las sombras se van imponiendo poco a poco. El ejemplo más visible de esto, son los gobiernos protodemocráticos supeditados a los poderes económicos, políticos o militares internacionales (relación Estado – inversores). En el último siglo, cada vez más y más Estados van cayendo en la trampa de las sociedades de consumo, en la cultura de las economías abiertas reguladas desde el exterior. Para los pueblos con mayor subdesarrollo, adoptar estas prácticas en un principio, les permite resolver muchos de sus problemas, pero una vez inscritos, caen en una espiral donde empezarán a pagar los costos sociales del “progreso” (el cual se llega a estancar dadas las condiciones internacionales) y de la que será muy difícil salir. Otro ejemplo, lo vemos en la relación que tienen gentes como George Soros, con las decisiones políticas de los gobiernos norteamericanos respecto a Israel y el mundo árabe. Es un secreto a voces que importantes sionistas internacionales meten grandes cantidades de dinero en los procesos electorales norteamericanos.

Por un lado, los sistémicos gobernantes locales (generalmente humanitarios), adoptan las políticas económicas dictadas desde el exterior por otros sistémicos (generalmente avasalladores), políticas claramente perjudiciales para el pueblo pero beneficiosas para los inversores; mientras, los sistémicos que dictan desde el exterior, también forman institutos de valuación y califican a sus siervos en la medida que han llevado bien los dictados, incrementando las inversiones, disminuyendo el riesgo país, mejorando los índices macro económicos, etc., cosas con las cuales los locales puedan apuntarse puntos buenos ante el electorado, siendo que ese electorado, es el eterno pagador de las supuestas mejoras globales. Tales mejoras, son una falacia en los hechos. Por ejemplo, a partir de 1960, cuando el gobierno de Ecuador aceptó los préstamos del BM, para finales de los 90’s, la pobreza había aumentado del 50% al 70%, el desempleo o subempleo creció del 15% al 70%; la deuda externa creció de 249 millones de USD, a 16 mil millones; los recursos asignados a las clases más bajas, diminuyeron del 20% a sólo el 6%. El objetivo fue que las grandes compañías pudieran comprar el petróleo bajo un esquema monetario que ellos controlan. Los gobiernos que no se ajustan a estas políticas, o son corrompidos, o son derrocados, o sus líderes asesinados. Todos sabemos que el golpe de Estado al gobierno de Salvador Allende Gossens, tenía debajo intereses corporativos y que fue la IT&T, una de las que lo financió a través de la CIA. Para analizar más a fondo el tema económico, pasemos al cuarto capítulo.

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