La Fábula de la "Hazaña Petrolera Cardenista".-
PARTE DOS/
"LOS VERDADEROS CEREBROS DEL IZQUIERDISMO".-
Roosevelt subió a la presidencia, en la que había de reelegirse 4 veces, y durante su administración se desarrolló una revolución secreta consistente en EMPEZAR A TRABAJAR POR EL HUNDIMIENTO DEL 'IMPERIO AMERICANO', PARA HACER EMERGER EL PODERĺO DE LA URSS, QUE SUS PADRINOS DE CARRERA POLĺTICA HABĺAN CUIDADOSAMENTE PREPARADO DESDE LA DÉCADA DE 1910:
Un año antes de estallar la revolución rusa, en 1916, fueron descubiertos documentos que contenían dicho plan en detalle y que señalaban como jefe efectivo al banquero americano Jacobo Schiff. Asimismo contenía información relativa a la corporación bancaria que sostenía a la Hacienda japonesa durante la guerra con la Rusia imperialista, a saber, el Banco Kuhn, Loeb & Co. El 14 de febrero de 1916 se celebró en Nueva York un "Congreso de las Organizaciones Revolucionarias Rusas", que recibieron el respaldo financiero de Jacobo Schiff, y por ello en esa ocasión le rindió una nutridísima salva de aplausos...Otros banqueros judíos, tales como Félix Warburg, Otto Kahn, Mortimer Schiff y Olef Asxhberg, daban también su ayuda económica desde Nueva York. El 19 de marzo de 1917 la revolución en Rusia habia triunfado y Jacobo Schiff remitió en el acto un telegrama de felicitación a su amigo Miliankoff, Ministro de Negocios Extranjeros en el gobierno Kerenski. Sin embargo, al parecer éste no mostraba las dotes de sangre fría que el cargo requería, lo cual provocó su pronta destitución, siendo sustituído por un nuevo jefe, llamado Vladimir Ilitch Ulianov, mejor conocido como Lenin, hermano de Alejandro Illitch Ulianov, que fallara en el intento de asesinato del zar Alejandro III.
Es curioso que un banquero judío americano se interesara en patrocinar la revolución de un país como Rusia... ¿Por qué habría de hacerlo? Desde tiempos remotos se habían instalado emigrantes judíos en los territorios que siglos más tarde formarían parte de la Rusia meridional. Sufrieron dolorosas vicisitudes al parecer por su rechazo a integrarse al resto de la población, como su negativa a cumplir con el servicio militar obligatorio impuesto por el régimen de Nicolás I (1825-1855). Al subir al trono Alejandro II (1855) la situación de los israelitas mejoró notablemente, prosperando en el comercio, la literatura y el periodismo; varios diarios judíos se publicaron en San Petesburgo y Odesa.
Y precisamente en ese entonces comenzó a vigorizarse la doctrina llamada comunista, puesta en marcha en 1848 por los israelitas Kissel Mordekai (conocido como Karl Marx) y Federico Engels, tomando como modelo viejas teorías judías del siglo XII en su lucha contra el catolicismo. Acerca de esta doctrina, el primero en anunciarla fue el judío Enrique Heine, sobrino del banquero Salomón Heine. El 12 de julio de 1842 Heine publicaba en "Franzosische Zustade", de Hamburgo: "El comunismo, que aún no ha aparecido, nacerá poderoso... y se identificará con la llamada Dictadura del Proletariado".Evidentemente Heine sabía que su compañero Marx, financiado por los banqueros judíos Rotschild, daba forma a la teoría del Comunismo.
En 1880 los también israelitas Leo Deutsch, P. Axelrod y Vera Zasulich, junto con el ruso Plejanov, formaron la primera organización comunista rusa. Se puede así poco a poco comprender la conexión sustancial con la banca judía para apoyar la conspiración, movimiento que encontró una oficina incondicional en las instalaciones de la embajada inglesa.
De acuerdo a las revelaciones de la princesa Paley, viuda del duque Paul Alexandrovitch, publicadas en "La Revue de Paris", 1922 (números 11 y 12), por orden de Lloyd George, la embajada británica en Petrogrado se convirtió en un centro de propaganda revolucionaria, donde los liberales, príncipe de Iwoff, Milioukoff, Maklakoff, Rodzianko y otros, se reunían; fue allí desde donde se maduró el vasto plan. El ministro del trabajo inglés, Shaw, llegó a declarar que Lloyd George había "arrojado" millones de libras esterlinas para encender la guerra civil en Rusia y obligar al pueblo a entregarse en manos del gobierno bolchevique ("Hoja de Avisos", de Laussanne, núm. 264, 1926) y el mismo Lloyd George cotejó la aseveración, al declarar que : "Inglaterra se batiría hasta que pereciera el último soldado ruso"... Posteriormente, al enterarse de la noticia del derrumbamiento de la monarquía en Rusia, afirmaría: "Uno de los objetos de la guerra para Inglaterra, ya está realizado". (idem). Las coincidencias se extienden. Y la siguiente interrogante es: ¿Por qué el interés de Inglaterra en apoyar tan fervientemente tal devastación? Inglaterra misma ha sido desde épocas ancestrales hogar adoptivo de generaciones hebreas, que llegaron a las más altas esferas del Parlamento, la Banca y por supuesto los medios de comunicación. Vale la pena revisar la historia anterior de la Gran Bretaña:
En el año de 1628 Oliverio Cromwell comenzó a ejercer influencia en la política británica y veinte años después se convirtió sangrientamente en dictador, haciendo decapitar al rey Carlos I y abriendo las puertas a la inmigración judía, en acuerdos con el rabino Jacob Ben Azabel, según dice el judío León Halevy en "Resumen de la Historia de los Judíos". Otro de los consejeros de Cromwell fue el rabino procedente de Amsterdam Manassé Ben Israel, según afirma el israelita Y. R. Lambelin en "Las Victorias de Israel". El objetivo de la Revolución de Cromwell, que él mismo desconocía, era el de sentar las bases que convirtieran a Inglaterra en la meca del capitalismo y la explotación industrial, para ir, en el futuro, abriendo la puerta a un sistema mucho más refinado, el SUPERCAPITALISMO, apoteosis de la usura y explotación en que las dinastías israelitas desde hacía mucho eran expertas.
La francmasonería, organización mundial creada para cumplir los programas de dominio económico de los judíos sionistas, había sido protegida en Inglaterra desde 1327 bajo el mandato de Eduardo III y tiempo después fue reforzada por una nueva inmigración hebrea; Elías Ashmole fundó en 1650 la Gran Logia Warrington- Lancashire y con la llegada de Cromwell al poder, la secta recibió gran impulso. La rama de los Rosa- Cruz introdujo el sistema de los altos grados, llamados "escoceses"* (* Las Sociedades Secretas, por S. Hutin). De esa manera la masonería tuvo en Inglaterra una base segura para redoblar sus actividades en Europa, y como había sido concebida y alentada por el movimiento politico judío, era lógico que buscara en todo momento proteger los movimientos que favorecieran los intereses sionistas.
Ahora volvamos a la declaración hecha por el diplomático Buchanan a la prensa hecha el 20 de marzo de 1917: "El régimen autócrata y reaccionario (de Rusia) nunca nos ha inspirado simpatía; solamente el pueblo ruso y su valiente ejército, son los que han contado siempre con nuestras más sinceras simpatías, pero nunca el gobierno, al cual solamente estamos unidos por una alianza, para combatir un enemigo común. Esta es la causa por la cual el advenimiento del Gobierno provisional ha sido aclamado con entusiasmo por toda la Gran Bretaña. Desde ahora que-damos unidos a Rusia, no sólo por la comunidad de intereses y la fraternidad entre los Ejércitos, sino por lazos de sincera amistad que hacen palpitar nuestros corazones al unísono". (Rousskoiaslovo -Palabra Rusa- del 21 de marzo de 1917.) El 24 del mismo mes, los embajadores de los Aliados se presentaron a los miembros que componían el gobierno provisional y Buchanan, en su calidad de ser el más antiguo del cuerpo diplomático, proclamó y se congratuló de la "nueva era de prosperidad, de progreso y de gloria que empezaba para Rusia"... (idem).
La conducta de Inglaterra con respecto a Rusia dejó ver las intenciones que aquélla tenia de colaborar a la instauración de un gobierno judeo-soviético, tal como lo demuestra la presión que ejerció sobre el gobierno polaco, que luchaba victoriosamente contra los bolcheviques en Crimea, al retirar en octubre de 1920 a sus representantes, obligando a dicho gobierno a firmar una paz prematura con los Soviets, lo que permitió a estos últimos enviar un ejército de 50,000 hombres y toda su caballería contra la Crimea, aplastando al ejército blanco. A la cabeza de estos actos estaban Milioukoff y Kerenski, que dirigían, el primero, el partido constitucional demócrata ("KADETS") y el segundo, el de los socialistas revolucionarios.
Comunismo ¿"RUSO"? En medio del caos interior que había causado la instauración del nuevo gobierno, aclamado fervientemente por la Gran Bretaña, hicieron su aparición los bolcheviques. Este grupo se compuso en su mayoría de judíos cuyos nombres habían sido cambiados a otros tales como los Trotsky, Zinovief, Litvinof, Kamenef etc., además de algunos polacos, lituanos y georgianos. Tras este triunfo, judíos de todo el mundo se precipitaron para sostener a estos comunistas en el festín tan deseado que representaba Rusia...En el acto, efectuado en Nueva York, 300 banqueros judeo- americanos hicieron acto de presencia. Ellos habían subvencionado a los revolucionarios rusos en 1905 y en 1917, viéndose enormemente favorecidos al hacer pasar todos los grandes capitales y la propiedad a manos de ellos y de sus hermanos, mediante especulaciones internacionales. (La misma prensa judía publicó la lista de los 224 dirigentes bolcheviques que llegaron a Rusia, de los cuales 27 eran rusos, 30 de nacionalidades polaca, armenia y georgiana, y el resto, 170 nombres, todos judíos./ NOVOIE VREMIA -Nouveau Temps, núm. 932). (Asimismo puede consultarse LE CHEMIN DE LA CROIX, de T. Wimberg).
PESE A TODO LO QUE EN APARIENCIA HUBIERA DE INEXPLICABLE EN ESAS RELACIONES ENTRE LOS MARXISTAS REVOLUCIONARIOS DE RUSIA Y LOS MAGNATES ISRAELITAS DE AMÉRICA, EN EL FONDO REGÍA LA PROFUNDA SOLIDARIDAD DE LA RAZA Y EL ANHELO COMÚN DE LA REIVINDICACIÓN HEBREA. UNOS LA BUSCABAN CON EL INSTRUMENTO QUE SU COMPATRIOTA MARX LES HABÍA HEREDADO EN EL MANIFIESTO COMUNISTA DE 1848 Y OTROS LA PROCURABAN CON EL INSTRUMENTO DEL ORO Y LAS FINANZAS.
Dos distintos medios, pero un mismo fin. Y si el destino del mundo iba a jugarse en dos barajas de política internacional --el super capitalismo y el marxismo-, tener ases en ambas era asegurar el triunfo de la causa común, cualquiera que fuese el resultado de la gran lucha.Los pacientes esfuerzos de los caudillos marxistas y de quienes ayudaron desde el extranjero desembocaron el 7 de noviembre de 1917 en el estallido de la revolución comunista. El zar fue detenido y entre las primeras rectificaciones políticas figuró la abolición de las restricciones jurídicas impuestas a los judíos. El camino a los puestos públicos quedó abierto para ellos..Y en este punto, cabe preguntarse qué opinaba la ciudadanía norteamericana...
La opinión pública norteamericana simpatizaba con los rusos antibolcheviques y quería que se les ayudara, pero la prensa (judío-americana) presentaba otro panorama de los hechos que realmente ocurrían, tal como lo hacía Herbert Matthews, del "New York Times", quien cablegrafiaba desde Moscú (mayo 7 de 1918) que la revolución soviética no era propiamente comunista, que nada había que temer y que una encuesta "indica que Lenin, Trotsky, Stalin y otros, son anticomunistas" (El mismo Matthews presentó en 1958 a Fidel Castro Ruz como un abnegado libertador de Cuba). Uno de los modernos profetas del semitismo, Teodoro Herzl, había advertido antes del triunfo de la revolución rusa: "Somos una nación, un pueblo... Cuando los judíos nos hundamos, seremos revolucionarios, seremos los sub-oficiales de los partidos revolucionarios. Al elevarnos nosotros subirá también el inmarcesible poder del dinero judío" ("Un Estado judío").
Henry Ford, por su parte, escribió en "El judío internacional": "Una Rusia Soviética hubiese sido sencillamente imposible a no ser que un 90% de los comisarios fueran judíos. Otro tanto hubiera ocurrido en Hungría, de no ser judío Bela-Khun ("El Príncipe Rojo") y con él, el 18 de sus 24 comisarios... El Soviet no es una institución rusa, sino judía".
Basado en el ateísmo, el materialismo histórico, la lucha de clases y la planificación a ultranza, el comunismo se impuso en un país como la vieja Rusia, el carácter de cuya población eslava parecía totalmente opuesto al éxito de la utópica experiencia marxista en su territorio. Según el sociólogo y economista alemán Werner Sombart, "el ruso es profundamente religioso, patriótico, soñador, perezoso y poco dado a innovaciones".
Por otra parte, no deja de sorprender al observador imparcial el hecho -en verdad mágico- de que el Ejército rojo, integrado, según el gastado cliché de la moderna propaganda, por «parias de la Tierra» y «esclavos sin pan» derrotase con tan singular facilidad al Ejército imperial. Al parecer, a nadie ha sorprendido -por lo menos a ningún historiador consagrado- que los hambrientos, desarrapados proletarios dispusieran, tanto o más que las tropas zaristas, de ametralladoras, cañones, tanques y aviones. Nadie parece haberse preguntado -y seguimos refiriéndonos a los insignes catedráticos de la enseñanza oficial en todo el Occidente- de dónde salió el dinero para financiar una tan colosalmente costosa empresa como fue la Revolución soviética en Rusia. Porque no cabe duda alguna de que las cotizaciones de los escasos miembros del Partido -unos dos mil quinientos afiliados, teóricamente miserables parias-, no alcanzaban ni siquiera para pagar los desplazamientos de los conspiradores comunistas dentro y fuera de Rusia.
La respuesta a las dos interrogantes implícitamente planteadas es que, el por todos llamado «comunismo ruso» no fue, propiamente hablando, «comunismo», ni tampoco -excepto, quizá, en un sentido puramente geográfico- «ruso». No puede ser ruso un sistema político económico que preconiza como fin último propio, la dictadura del proletariado y el internacionalismo; que fue creado y modelado por individuos no rusos y, sobre todo, que postulaba unos principios opuestos al alma rusa. ¿Eran patriotas rusos Lenin y Trotsky cuando organizaban huelgas en 1905 mientras las tropas nacionales se batían contra los japoneses...? ¿Lo eran desde 1914 hasta 1917 cuando predicaban el derrotismo y saboteaban el esfuerzo bélico de Rusia, entonces enfrentada a los imperios centrales? ¿O cuando en Brest Litovsk aceptaban unas cláusulas de Armisticio que cualquier gobierno zarista hubiera rechazado?
Y, por otra parte, ¿en qué puede llamarse «comunista» a un sistema cuyo fundador, Marx, era hijo de un prestamista, nieto de un rabino y cuyos propagadores, Lassalle, abogado de prestigio, Heine, judío, poeta hijo de un mercader e íntimo de los Rothschild, Boerne, primogénito del emisario de los Rothschild en Viena, Engels, hijo de un fabricante judío de textiles, Moses Hess, rabino, hijo de un agente de Bolsa, provenían de la alta burguesía...?, ¿comunista un movimiento implantado en Rusia por Lenin, de origen pequeño burgués, y Trotsky, casado con la hija del banquero Givotovsky, y cuyos jefes auténticos eran personas detentoras de un capital y, paralelamente, de un poderío como nunca soñó el más tiránico autócrata? El comunismo real -tan diferente del teórico/ propagandístico, destinado a cazar incautos- nacía como la forma más brutal y más explotadora del capitalismo. El exiliado rumano Traian Romanescu, ex profesor de la Universidad de Bucarest escribió a este respecto: «Después de la muerte de Stalin, y probablemente para fijar sus posiciones en el cuadro de la nueva sociedad burguesa capitalista que maneja el comunismo, los "socialistas" moscovitas completaron en 1954 una estadística de la situación material de los primeros 1.670 "hombres del trabajo" en la Unión Soviética. Como es natural, esa estadística no ha sido publicada, pero se ha conocido por la indiscreción de algunos miembros del Partido... En la Unión Soviética... 730 jerarcas son multimillonarios, otros 940 son millonarios, es decir, capitalistas» (Traian Romanescu: Amos y Esclavos del Siglo XX. Editorial JHS, México, página 70. )
UN TESTIMONIO INAUDITO Rapport del Servicio Secreto americano, transmitido al Estado Mayor del Ejército francés. (Archivado con la referencia 7-618-6 np 912 S.R. 2, II. Transmis par L´Etat Major de líArmée. Deuxieme Bureau) (1).
«Sección 1: En febrero de 1916, supone por vez primera, que una revolución estaba siendo fomentada en Rusia. Se descubrió que las personas y establecimientos bancarios que a continuación se mencionan estaban complicadas en esta obra de destrucción; Jacob Schiff, Max Breitung, Felix Warburg. Otto H. Kahn, Mortimer Schiff, Jerome H. Hanauer, Banco Kuhn, Loeb & Co. Todas estas personas son judías. La firma bancaria mencionada está dirigida por los señores Schiff, Kahn, Warburg Hanauer y Loeb.
En abril de 1917, Jacob Schiff, en unas manifestaciones públicas, declaró que gracias a su ayuda financiera, la revolución rusa había podido triunfar. Sección II; En la primavera de 1917, Jacob Schiff empezó a comanditar a Trotsky con objeto de hacer estallar la revolución social en Rusia. El diario neoyorquino Forward, órgano judeobolchevique, organizó una suscripción con el mismo objeto.
Desde Estocolmo, el judío Max Warburg financiaba igualmente a Trotsky y los suyos. Éstos recibían también fondos del sindicato Rhenano/Westfaliano, importante empresa judeoalemana, así como de otro judío, Olaf Aschberg, del Nya Banken de Estocolmo. Así se establecieron las relaciones entre multimillonarios judíos y proletarios de la misma raza. Sección III: En octubre de 1917, estalló la revolución social en Rusia y gracias a ella, ciertas organizaciones soviéticas asumieron la dirección del pueblo ruso. En estos soviets se destacaron especialmente los individuos que mencionamos a continuación:
Nombres adoptados
Lenin
Trotsky
Steklov
Martov
Zinoviev
Kamenev
Dan
Ganetzsky
Parvus
Lunacharsky
Uritzky
Larin
Bobrov (Bohrine)
Martinov
Sujanov
Sagersky
Riazanov
Soltantzev
Tschicherine
Pianitzky
Axelrod
Glazunov
Lapinsky
Zuriesan
Zhordania
Bogdanov
Kamkov
Tchemomorsky
Abramovich
Maklakovsky
Garin
Kamneff
Joffé
Meshkovsy Nombres verdaderos
Ulianov
Bronstein
Nakhames
Zederbaum
Apfelbaum
Rosenfeld
Gourevitch
Fuerstenberg
Helphand
Lunacharsky
Radomilsky
Laurie
Nathansson
Zibar
Gimel
Krochmal
Goldenbach
Bleichmann J
Tschicherine
Ziwin
Ortbodox
Schultze
Loewensohn
Weinstein
Zhordania
Siiberstein
Katz
Tchernomordik
Bein
Rosenbloom
Garfeld
Goldberg
Joffé
Goldberg Raza
Ruso(*)
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Ruso
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Ruso (*)
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Judío
Las secciones IV y V del documento tratan de las actividades procomunistas del banquero Paul Warburg y del rabino Judah L. Magnes. La sección VI descubre que Magnes, criatura política de Warburg y Schiff, fue dirigente de la organización sionista «Poale», de tendencia marxista. La sección VII afirma que la revolución marxista fomentada en Alemania en 1918 se desarrolló siguiendo las mismas directrices judías que la revolución social en Rusia, y revela que sus dos principales dirigentes, Rosa Luxembourg y Hans Haase, eran judíos. La sección VIII y última, resume; «... Si tenemos en cuenta que la firma judía Kuhn, Loeb & Co. está íntimamente relacionada con el sindicato Renano-Westfaliano, entidad bancaria judeoalemana, con Lazard Fréres, banca judía de París y con la firma bancaria judía Gunzbourg, de San Petersburgo, París y Tokio, y si tenemos así mismo en cuenta que las mencionadas casas judías mantienen relaciones estrechas con la banca judía Speyer & Co., de Frankfurt, Londres y Nueva York y con la Nya Banken, Banco judío, declaradamente bolchevique, establecido en Estocolmo, comprobaremos que el movimiento bolchevique es la expresión de un movimiento general de los judíos y que ciertas casas de banca judías están interesadas en la organización de tal movimiento.» (1) Según el periódico La Vieille France, el contenido del rapport era conocido de todos los gobiernos de la Entente. La documentation Catholique de París lo publicó in extenso en su número del 6-III-1920. Más tarde lo reproducirían publicaciones de tanto relieve como The Times, Londres, 9-II-1918, y The New York Times, Nueva York. I-V-1922 y 31-XII-1923.
LIBRO BLANCO DEL GOBIERNO BRITÁNICO Oudendyke, embajador de los Países Bajos en San Petersburgo, y encargado de los intereses británicos en Rusia después de la liquidación de la Embajada del Zar por los bolcheviques en 1917, envió un informe al Primer Ministro inglés, Lord Balfour, informándole sobre la gestación y desarrollo de la Revolución. Este informe fue incluido en el Libro Blanco del Gobierno británico publicado en abril de 1919 con el subtítulo «Rusia nº 1». He aquí un extracto del testimonio del embajador Oudendyke: "Considero que la inmediata supresión del bolchevismo es la tarea más urgente que tiene ahora el mundo civilizado, incluso si es preciso, para conseguirlo, desencadenar una nueva guerra. Y, a menos que el comunismo sea ahogado en su nido, ahora mismo, es inevitable que acabe abalanzándose, de una forma u otra, sobre Europa y el mundo entero... ya que (el comunismo) lo han organizado y lo dirigen judíos, gente sin patria cuyo único objetivo es destruir, en su beneficio, el actual orden existente.."
EL RAPPORT SISSON Edgar Sisson, enviado especial del presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, envió un documentado informe a la Casa Blanca, en relación con los sucesos en Rusia durante los cien primeros días de la Revolución.Sisson publicó su informe con la autorización del Gobierno de su país, en 1931, en un libro titulado "One Hundred Days". Por otra parte, el Comité de Información Pública de los Estados Unidos editó los rapports Sisson, que incluían numerosas fotocopias de documentos oficiales, como «información de guerra» (serie Nº 20, octubre de 1918), tras haber sido sometidos a estudio y aprobación de los investigadores de la Oficina Nacional del Servicio Histórico. En los rapports se establece que «un sin fin de documentos e informaciones oficiales y de observadores privados, demuestran el carácter casi exclusivamente judaico de la Revolución de octubre-noviembre de 1917. Se mencionan los nombres de los banqueros Jacob Schiff y Max Warburg como principales financiadores de los revolucionarios; se cita la cifra con que contribuyó, personalmente, Schiff: doce millones de dólares. De hecho, se afirma que el citado Schiff comenzó su obra probolchevique con la financiación de la propaganda comunista en los campos de prisioneros rusos en Manchuria, durante la guerra rusojaponesa de 1905. Este extremo fue confirmado por el testimonio de George Kennan, autoridad en asuntos rusos y ex embajador norteamericano en Moscú. Kennan manifestó a un reportero del New York Times (2) que una "Sociedad de Amigos de la Libertad Rusa", financiada, dirigida y animada por Jacob H. Schiff envió a los campos de prisioneros rusos en Siberia Meridional y Manchuria, una tonelada y media de panfletos de propaganda roja». (2) El 24 de marzo de 1917.
EL TESTIMONIO DEL EMBAJADOR FRANCIS David R. Francis, embajador de los Estados Unidos en Moscú, mantuvo a su Gobierno puntualmente informado sobre los acontecimientos. El Departamento de Estado publicó, más tarde, los documentos Francis, que han sido recogidos, entre otros autores, por Elizabeth Dillings en su notable obra "The Plot Against Christianity".
Alude Francis a un curioso telegrama enviado por el comunista de Petrogrado Fuerstenberg (Ganetzky), a un correligionario suyo. (Obsérvense la fecha -unos días antes de la Revolución-, el banquero y los demás apellidos mencionados, igualmente judíos.)
Estocolmo, 21 septiembre 1917. Sr. Raphael Schaumann (o Scholan):
Querido camarada: La casa bancaria del señor Max Warburg, a raíz de un telegrama del presidente del sindicato Renano-Westfaliano, abrió una cuenta corriente para la empresa del camarada Trotsky. Un abogado, tal vez el señor Kestroff, se hizo cargo de las municiones, cuyo transporte a Lulea y a Vardi organizó, juntamente con el dinero para el camarada Trotsky, según sus deseos.
Fraternales saludos, Fuerstenberg (*).
(*) Publicado por la «Comisión de información Publica», Washington. 1918.
El documento nº 3, de la serie Francis dice, textualmente, así: "Circular del 2 de noviembre de 1914. Del Banco imperial a los representantes de la Nya Banken y a los agentes del Diskonto Gesellschaft y de la Deutsche Bank. "Actualmente, tienen lugar conversaciones entre los agentes autorizados del Banco Imperial y los revolucionarios rusos, M. M. Zenzinov y Lunacharsky... - Estamos dispuestos a ayudar sus proyectos de agitación y de propaganda en Rusia a condición de que esa agitación y propaganda afecten, sobre todo, a los elementos combatientes en el frente. En ese caso, los agentes del Banco imperial tienen instrucciones de abrir a los revolucionarios los créditos necesarios al desempeño de su labor. Firmado, Risser".
Suplemento a ese documento: "Z. y L. entraron en relación con el Banco imperial alemán actuando de mediadores los señores Rubenstein, Max Warburg y Parvus.»
Todas las personas mencionadas en ese documento a excepción del revolucionario ruso Lunacharsky, eran judías. Por otra parte, hay que contar con la influencia que en el Banco imperial alemán poseían los hebreos Rathenau y Von Ballin. Así mismo, como era público y notorio, los cinco Bancos «D» de Alemania -entre los que se mencionan al Diskonto y el Deutsche Bank- eran entidades judías. El documento Nº 5 se refiere a una orden de pago cursada por el sindicato Renano-Westfaliano (calificado de entidad judeobolchevique por el Departamento de Estado americano) a un tal Svenson Baltzer y a Moses Kirch, representantes, respectivamente, de la Diskonto Gesellschaft en Estocolmo y de la Deutsche Bank, en Ginebra. A Baltzer y a Kirch se les encarga suministrar fondos a los señores Ulianov (Lenin) y Bronstein (Trotsky).
En el documento Nº 6, el banquero Svenssen, de la "Banque díaffaires Waldemar Hansen & Co.," comunica a la Diskonto Gesellschaft que la cantidad de 315.000 marcos ha sido transferida a la cuenta del señor Lenin, en Kronstadt, en fecha 18 de junio de 1917.
El 7º documento se refiere a una carta del banquero Svensen al revolucionario judío Herzen (o Farzen) en Kronstadt. El capitalista Svensen escribe al proletario Herzen: "Entregue los pasaportes y la suma de 207.000 marcos que usted ha recibido del señor Lenin, a las personas mencionadas en esta Carta (adjunta).»
El 8º documento da cuenta de que, según la orden de un tal Mr. Jullias, el Deutsche Bank ha pagado 32.000 francos que se han utilizado en la edición de panfletos comunistas. Los documentos Nº 9, 10 y 11 hacen referencia a entregas de dinero (marcos, francos y coronas suecas) hechas por el sindicato Renano-Westfaliano y la Nya Banken de Estocolmo a los revolucionados Fuerstenberg, Trotsky y Antonov. (Nombre auténtico, Antonov-Owsenko, judío, nombrado cónsul soviético en Barcelona durante el período 1937-38. )
Hay, todavía, un duodécimo documento, relativo a una comunicación del millonario comunista Parvus Helphand. a un tal señor M. de Estocolmo, anunciándole el envío de 180.000 marcos para la financiación de las actividades soviéticas en Finlandia. Parvus era íntimo de Trotsky y de Lenin. Lenin. Finalmente, en el tercer tomo de los documentos hechos públicos por el Departamento de Estado, y bajo la referencia n.0 861.00/228 - 1110, puede leerse un telegrama enviado por el embajador Francis a la Casa Blanca en el que, entre otras cosas, se dice: «... Considerando que el Gobierno provisional (*) tenía urgente necesidad de fondos, Inglaterra ha ayudado a Rusia, y probablemente continuará haciéndolo hasta el reconocimiento del Gobierno por todos los países Aliados, una ayuda urgente sería oportuna y muy altamente apreciada. Es extremadamente importante para los judíos que esta revolución tenga éxito. Si bien los judíos prestan tan importante ayuda, una gran discreción deberá ser observada, ya que ella (la Revolución) está entrando en una fase en que podría despertar la oposición de los antisemitas que tan numerosos son aquí.» Los mencionados rapports del embajador Francis fueron publicados por el Departamento de Estado bajo el titulo Papers relating to the Foreign Relations of the United States, en tres volúmenes. (*) Mr. Francis se refiere al Gobierno prerrevolucionario de Kerensky (a) Kirbis Adler, correligionario de sus sucesores Ulianov-Lenin y Bronstein-Trotsky.
LOS AMOS DE RUSIA, EN 1919 Henry Ford Sr., uno de los primeros en comprender qué se escondía realmente detrás del bolchevismo «ruso» encontró pruebas estadísticas del aplastante predominio judío en Rusia roja (año 1919). Entre los 271 principales jefes soviéticos, según las investigaciones de Henry Ford, figuraban 232 judíos, lo que da el elevado porcentaje del 85,6%. «Cuando Rusia se hundió» -dice Ford (4)- «inmediatamente surgió el hebreo Kerensky (Adler). Pero como los planes de Kerensky no eran lo suficientemente radicales, le sucedió el judío Trotsky. Hoy (1919) cada comisario es un judío. De sus escondrijos salen los judíos rusos como un bien organizado ejército... »
«Ni uno sólo de los banqueros judíos de Rusia fue molestado, mientras que los banqueros no judíos fueron fusilados sin excepción. EL COMUNISMO SÓLO ES ANTICAPITALISTA CONTRA LA PROPIEDAD NO JUDIA..» (4) Henry Ford: The International Jew. Este párrafo de Ford es muy revelador. Desde 1917, la familia Aschberg del Nya Banken de Estocolmo, controlado por la dinastía Rothschild, tuvo siempre a uno de sus miembros dirigiendo el Banco del Estado soviético. Víctor Aschberg, hijo de Olaf Aschberg que contribuyó a financiar la Revolución de 1917, ocupó una posición paralela en importancia a la que tuvo Bernard Mannes Baruch, y Sidney Weinberg en los Estados Unidos.
EL TESTIMONIO DE DOUGLAS REED Mr. Douglas Reed, antiguo subdirector del Times londinense publicó en dicho periódico una serie de artículos transmitiendo los resultados de sus observaciones e investigaciones sobre los primeros tiempos de la Revolución de octubre. Extractamos: "Es bastante conocido el importante papel jugado por los judíos dentro del aparato directivo comunista. Lo que apenas se ha dicho, pero es igualmente cierto, es que los otros partidos revolucionarios de Rusia estaban también dominados por los hebreos, de manera que, fuera cual fuera la resolución final de la Revolución, lo único cierto e indudable era que los judíos colocarían a sus hombres en los lugares de honor. Los Comités centrales de los partidos revolucionarios -comunistas aparte -estaban integrados como sigue:
Mencheviques 11 judíos
Comunistas del Pueblo 5 judíos y un ruso
Socialistas del Ala Derecha 14 judíos y un ruso
Socialistas de Izquierda 10 judíos y dos rusos
Anarquistas 4 judíos y un mongol
Comunistas polacos 12 judíos.»
Reed facilita igualmente la composición del primer Consejo de Comisarios de la U.R.S.S. :
COMISARIADO
Presidencia
Asuntos Exteriores
Nacionalidades
Agricultura
Consejo Económico
Abastecimientos
Trabajo
Ejército y Marina
Control del Estado
Tierras del Estado
Seguros Sociales E.
Instrucción Pública
Religiones
Interior
Higiene
Finanzas
Prensa
Justicia
Elecciones
Refugiados
Refugiados (Ayudante)
Refugiados (Ayudante) NOMBRE
Ulianov (Lenin) Judío (según Reed)
Tchitcherine Ruso
Djugachvili (Stalin) Ruso
Protian Georgiano
Laurie (Larin) Armenio
Schlichter
Judío
V. Schmidt
Judío
Bronstein (Trotsky)
Judío
Lander
Judío
Kauffmann Judío
E. Lilina (Knigissen) Judío
Lunacharsky Ruso
Spitzberg Judío
Apfelbaum (Zinoviev)
Judío
Anvelt Judío
Goukovsky
Judío
Volodarsky
Judío
I. Steinberg
Judío
Uritzky (Radomilsky)
Judío
Fenigstein
Judío
Savitch Judío
Zaslovsky J RAZA
Judío (*)
Observamos que Douglas Reed considera a Lenin judío, cuando en realidad sólo era medio judío, lo mismo que Tchitcherine, considerado «ruso» por el publicista británico. En cuanto a Stalin, un «georgiano» para todos los especialistas, era también de origen judío, como más adelante veremos. Es curioso constatar que el único ruso auténtico es Lunacharsky, el famoso comisario que presidió la infame parodia del llamado «Proceso del Estado soviético contra Dios» (*) Douglas Reed: Insanity Fair)
EL INFORME OVERMAN El informe de la Comisión Overman, leído ante el Senado de los Estados Unidos el 12 de febrero de 1919, revela que entre los 556 más importantes funcionarios del Estado bolchevique entre 1918 y 1919 había 17 rusos, 2 ucranianos, 10 armenios, 35 letones, 14 alemanes, 1 húngaro, 9 georgianos, 2 polacos, 3 finlandeses, 1 checo y 462 judíos.
LAS REVELACIONES DE ROBERT WILSON Un testigo ocular de excepcional calidad para calibrar el significado y la finalidad real de la Revolución soviética es, sin duda, Roben Wilson, corresponsal del Times londinense en Rusia durante diecisiete años. Wilson publicó un libro: The Last Days of the Romanovs en el que reproduce documentos oficiales que confirman sus aserciones. En las páginas 136 y 137 de su libro, Wilson publica la lista de los miembros del Comité Central del Partido comunista, de la Comisión Extraordinaria (Cheka) y del Consejo de Comisarios del Pueblo, en 1918:
Comité Central del Partido Comunista de la URSS.
Judíos 42 Letones 6 Rusos 5 Georgianos 3 Ucranianos 1
Alemanes 2 Armenios 2 Checos 1
Comisión Extraordinaria de Moscú (Cheka)
Judíos 23 Letones 8 Rusos 2 Alemanes 1 Polacos 1 Armenios 1
Consejo de Comisarios del Pueblo
Judíos 17 Rusos 3 Armenios 2
Es preciso hacer constar que en la presente estadística se considera «rusos», «polacos», «letones», «alemanes», a determinados criptojudios cuyo origen racial sería aclarado más tarde. Con todo, de los datos precitados se desprende que, en el mejor de los casos, en estos tres poderosos organismos, la representación auténticamente rusa no llegaba al nueve por ciento.
LA ALTA FINANZA JUDÍA Y «POALE»
El exilado ruso Boris Brassol, que vivió en su patria durante los primeros años de la Revolución, revela: «La alta finanza judía y el movimiento sionista Poale jugaron un papel preponderante en la conquista de Ucrania por los bolcheviques. (Boris Brassol: The World at the Cross-Roads. ) El judío Rappoport, un abogado de Kiev, escribió a propósito del Movimiento Poale: "... Después del hundimiento de las cooperativas nacionales, Ucrania perdió su base económica. Las instituciones bancarias, dirigidas por nuestros camaradas Nazert, Gloss, Fischer, Krauss y Spindler, prestaron una gran ayuda a Poale. A partir del nombramiento del camarada Margulies como director del Banco de Ucrania nuestro éxito ya no ofreció dudas... Como representante de Poale-Zion, considero es mi deber hacer constar el agradecimiento de nuestro Partido y del Bundí, verdaderos pastores del rebaño de borregos rusos".» . (El Bund era el Partido Socialista judío, que jugó un papel muy importante en la Revolución, especialmente en Petrogrado y Ucrania). El periódico parisien LíIntransigeant (nº 14540, 27 de mayo de 1920) reprodujo in extenso las declaraciones de Rappoport*.
LAS REVELACIONES DE WILLIAMS Y H. GWYNNE Ariadna Williams, viuda del Dr. Harold Williams, durante muchos años corresponsal del Manchester Guardian en Rusia, publicó las Memorias de su marido, bajo el titulo From Liberty to Brest-Litovsk, en 1919. Un año más tarde, el editor del Morning Post londinense. H. A. Gwynne recopiló los artículos del periódico, relacionados con la cuestión rusa (11). Según Mrs. Williams: «La nueva clase que rápidamente cristalizó en derredor de los bolcheviques, se componía especialmente de individuos perfectamente ajenos al pueblo ruso... Abundaban los lituanos y letones, y también los caucasianos y asiáticos, pero la vasta mayoría se componía de judíos procedentes de los más diversos países. Esa gente hablaba muy mal el ruso. La nación cuyo sorprendente control acababan de obtener era extraña para ellos, y se comportaban, en consecuencia, como extranjeros en país conquistado». (11) Ariadna Williams: From Liberty to Brest-Litovsk, Macmillan, Londres, 1919. H. A. Gwynne: The Cause of World Unrest. Grant-Richards, Londres, 1920.
Gwynne cita los nombres, reales y adoptados, de los 48 primeros personajes en el escalafón jerárquico soviético, 42 de ellos son judíos. Otros 2 son rusos casados con judías, Vorochilov y Kollontai. Dos más son medio judíos, Lenin y Tchitcherine. Completan la lista Goukovsky y el letón Peters. La lista en cuestión coincide con la inscrita en la sección HL del rapport del Servicio Secreto americano, ya mencionada. Aparte de los nombres citados, Mr. Gwynne añade los de Goussiev (Drapkin), Gorev (Goldman), Volodarsky (Cohen). Zervditch (Fonstein), Radek (Sobelssohn), Litvinoff (Meyer, Wallach, etc.) Kamensky (Hoffmann), Naout (Ginzburg), Igoev (Goldman), Vladimirov (Feldnian), Bounskov (Foundamentsky), Manuilsky y la Lebedteva (Simson), todos judíos, más Vorochilov, Kollontai y Goukovsky, rusos, y el chekista letón Peters. A propósito de Lenin, Mr. Gwynne reproduce una noticia publicada por el Jewish Chronicle, órgano del judaísmo británico, en la que, a parte de mencionarse la ascendencia del «Papa» soviético - judía por parte materna - y su matrimonio con la Kruppskaya, de bien acomodada familia judeoalemana, se dice que Lenin formó parte de círculos de estudios judíos cuando residió en Suiza, en 1897, y que su profesor era un rabino. (The Jewish Chronicle, 16-XII-1932).
Ninguno de los testimonios más arriba aludidos puede, ni aún con la mayor fantasía ni la más flagrante mala fe, ser tachado de «nazi», «fascista» o «antisemita» (palabra deliberadamente equívoca, escogida para denigrar sistemáticamente a los que exponen las actividades subversivas y revolucionarias del judaísmo político).
De todos los testimonios citados se deduce claramente que la Revolución soviética no fue obra de rusos explotados por la autocracia zarista, sino de judíos internacionalistas por mediación de sus hombres de mano, correligionarios suyos en abrumadora proporción. Pero esto no lo han dicho solamente los gentiles; los propios judíos lo han reconocido en muchas ocasiones. Así por ejemplo, el más importante de los semanarios judeoamericanos, The American Hebrew publicó, el 10 de septiembre de 1920, está auténtica confesión de parte: «La Revolución bolchevique en Rusia fue obra de cerebros judíos, de la insatisfacción judía, de la planificación judía, cuyo objetivo es crear un orden nuevo en el mundo. Lo que de tan excelente manera fue realizado en Rusia, gracias a cerebros judíos y a causa de la insatisfacción judía y mediante la planificación judía será también, a través de las mismas fuerzas mentales y físicas judías, una realidad en todo el mundo».
Por su parte, el Jewish Chronicle londinense escribió el 4 de abril de 1919: «Hay mucho de bueno en el bolchevismo, no sólo porque muchos judíos son bolcheviques, sino porque los ideales del comunismo y los del judaísmo son consonantes en lo esencial.» Alfred Nossig, uno de los más celebrados líderes espirituales del judaísmo declaró, en 1925: «El socialismo y el código mosaico no están en oposición... nosotros tenemos un interés vital en la victoria final del socialismo en el mundo, no solamente por motivos tácticos y ocasionales, sino sobre todo porque el marxismo y la doctrina mosaica son prácticamente idénticos... » (Citado por Léon de Poncins en Les Forces Secrètes de la Revolution, págs. 158-160, edición inglesa).
El Dr. Oscar Levy, judío americano, en una carta que fue reproducida en el prefacio del libro The World Significance of the Russian Revolution, de G. Pitt-Rivers, reconoció (1920): «Al frente del comunismo y del capitalismo hay elementos judíos, que buscan la ruina espiritual y material de este mundo... para satisfacción del intenso idealismo judío.»
Un documento judío, citado por el Sunday Times, de Londres del 4 de abril de 1920, se jactaba, entusiásticamente, de que el comunismo no era más que una conspiración israelita para conseguir el imperio mundial de Sión. El despacho en cuestión decía exactamente: «La Prensa polaca reproduce un documento hallado en la cartera del comandante bolchevique Sunder, jefe de un batallón. Sunder fue muerto en acción. Ese documento, escrito en yiddisch, proyecta la luz sobre la organización clandestina judía en Rusia. He aquí su contenido: "Secreto. Al presidente de la sección de la Alianza israelita universal. La hora de nuestro completo triunfo se acerca. Estamos en la alborada de la conquista del mundo. Nuestros viejos sueños se están cumpliendo. A pesar de que, hace relativamente poco tiempo no teníamos ningún poder, ahora podemos alcanzar la victoria. Ya hemos obtenido el poder en Rusia. Nuestros primeros planes han sido coronados por el éxito, pero no debemos olvidar que los rusos, aunque estén ahora bajo nuestro dominio, nunca dejarán de ser nuestros mortales enemigos... Firmado. El Comité Central de la sección de Petrogrado de la alianza israelita universal.»
Dos historiadores judíos que gozan de gran prestigio entre sus correligionarios corroboraron la evidencia del fondo judaico del movimiento bolchevique. William Zuckerman escribió: «Nosotros estuvimos en vanguardia del movimiento revolucionario ruso antes del derrumbamiento del zarismo, y nuestros servicios desde los primeros días de la heroica lucha proletaria son reconocidos por todos los historiadores». (Williams Zuckerman: The Jews in Revolt).
En cuanto a Rappoport -uno de los más acreditados historiadores de la Revolución de 1917- estableció que: «... los judíos de Rusia fueron globalmente responsables de la Revolución y de la victoria final del proletariado». (Angelo S. Rappoport: The Pioneers of the Russian Revolution, Londres, 1918, págs. 249-250).
Norman Bentwich, historiador judío de nacionalidad británica escribió (marzo de 1933): «Es evidente que los cambios producidos por la Revolución soviética han sido especialmente favorables a los judíos... Cuando llegamos a Leningrado, los intérpretes y los guías de la organización turística del Estado eran, generalmente, judíos o judías. La misión del pueblo judío es ser el intérprete de la Rusia soviética ante el mundo, y del mundo ante la Rusia soviética, ya que él forma el núcleo esencial de la nueva sociedad proletaria...». (Norman Bontwich, artículo titulado «ls Judaism doomed it, Russia?, boletín del B´nai Bírith, Londres, marzo 1933).
En la revista Le Nouveau Mercure (París, marzo de 1927) el periodista hebreo René Gross, decía: «Las dos internacionales de la finanza y del bolchevismo trabajan con ardor. Ambas representan los dos frentes de la internacional judía... Se trata de una conspiración contra todas las naciones gentiles».
EL TERRORISMO PRERREVOLUCIONARIO El terrorismo oficial en Rusia desde 1917- sucesivamente la Tcheka, la G.P.U. y la N.K.W.D. - dirigido por hebreos, y asimismo en el terrorismo prerrevolucionario es anonadante, como reconoce el propio Lazare en la obra antes citada.
En 1880, tres judíos -Deutsch, Axelrod y Vera Zasulich- y un ruso, Plekhanov, fundaron el "Partido socialdemocrático ruso", embrión del futuro Partido comunista (12). Lenin se afiliaría más tarde a esa organización. Uno de los miembros de la misma, Grigori Davidovich Goldemberg, que había asesinado al príncipe Kropotkine, planeó el atentado contra el Zar Alejandro II, que fue efectivamente asesinado el 1º de marzo de 1881, por un comando de terroristas dirigidos por la hebrea Fignez Jesse Helfmann y Nikolai Sablin. Alejandro III, que sucedió en el trono a su asesinado progenitor, adoptó duras medidas de represión contra los revolucionarios. Un judío Mloditsky, atentó contra la vida del Primer Ministro, Loris-Melikov, en 1901. Hirsh disparó contra el gobernador de Vilna en 1902. Grigori Gershuni asesinó al ministro del Interior, Spyagin, a Bognanovich, gobernador de Ufa y dirigió el complot contra el príncipe Obolensky, gobernador de Kharkov. Su correligionario Karpovich asesinó al ministro de Educación, Bogolepov. En 1904, Sazonov asesinó al sucesor de Spyagin, Von Plehve (13). (12) Deutsch, hijo de un rico mercader de Kiev; Axelrod, abogado; Vera Zasulich, estudiante, hija de familia acomodada; Plekhanov, de procedencia burguesa, abogado. ¡Los parias de la tierra! (N. del A.)
(13) Von Plehve dijo que «el movimiento nihilista es oxtraño al pueblo ruso... obra de manos judías». (N. del A.)
"El Bund" de Odessa organizó la revuelta de 1904, Nicolás II, de tendencias moderadas dictó disposiciones para suavizar el trato que se daba a los hebreos. Fue entonces cuando, además del «Bund», surgieron partidos mixtos sionista-marxistas, tales como Poale-Sión y los socialistas-sionistas. La agitación social llegó a su punto álgido con la emancipación de los judíos. El Primer Ministro Stolypine fue asesinado en Kiev por el judío Bogrov en 1911. Estallaron motines y huelgas en todo el país.
Coincidiendo con esta agitación interior, una fuerte campaña antirrusa se organizaba desde el exterior, y especialmente desde Norteamérica. Henry Ford nos dice (14) que «el 15 de febrero de 1911, estando Taft en el poder, los judíos Jacob Schiff, Jacob Furth, Louis Marshall, Adolph Krauss y Henry Goldfogle le pidieron que, como represalia contra Rusia, cuyas medidas "antisemitas" exasperaban a la judería americana, fuera denunciado el Tratado de Comercio rusoamericano, que llevaba ochenta años en vigor, y a plena satisfacción de las dos partes». El presidente Taft se negó al principio a aceptar una tal petición, pero bien pronto empezó una bombástica campaña de Prensa criticando todas las decisiones presidenciales; el Partido republicano temiendo el estado de opinión artificialmente creado por la Gran Prensa, que podía significar la derrota en las siguientes elecciones, presionó a Taft en el sentido de que aceptara las exigencias de los prohombres judíos. En diciembre de aquel mismo año, el tratado era denunciado, significando otro rudo golpe, económico y moral, para un régimen que ya empezaba a derrumbarse. (14)Henry Ford The International Jew
Jacob Schiff y Samuel Gompers obtuvieron también de Taft que el Gobierno de los Estados Unidos rehusara la extradición de los revolucionarios Pouren y Rudovitz, pedida por el Gobierno ruso, amparándose en un convenio de extradición mutua existente entre ambos países desde cincuenta años. Nuevamente encontramos al infatigable Schiff y a su "protegé", el rabino Magnes, en la dirección y cofinanciación del periódico Novy Mir (Nuevo Mundo), editado por Trotsky cuando vivía en Nueva York. La Fundación Garland contribuía también a la financiación de esa hoja revolucionaria que era enviada a Rusia con la cuidadosa y benévola ignorancia de las autoridades americanas. Los Rothschild de Londres no quisieron ser menos que Schiff. El hebreo Rappoport narra un episodio más de la contribución de la alta finanza en la lucha contra el zar; «Alexander Herzen se vio forzado a abandonar Rusia, trasladándose a Londres, donde empezó a publicar el panfleto revolucionario "The Bell". Pero antes de marchar, convirtió su propiedades en obligaciones del Estado. El Gobierno imperial identificó los números de las obligaciones de Herzen y, cuando fueron presentadas para su pago, después de llegar Herzen a Londres, el zar, en la esperanza de aniquilar a su enemigo, dio órdenes al Banco de Estado de San Petersburgo de no pagar. El Banco obedeció, pero el zar se encontró con un enemigo que no esperaba: el primogénito de los Rothschild, quien le hizo saber que, como las obligaciones de Herzen eran tan válidas como las de cualquier otro ruso, estaba obligado a decidir sobre la insolvencia del Gobierno imperial. Si las obligaciones no eran pagadas en el acto, él (Rothschild) declararía la bancarrota al zar, sobre todo la de su moneda en las Bolsas europeas. Nicolás II, anonadado, se metió su orgullo en el bolsillo y pagó.». Los mismos judíos dieron aparatosa publicidad a este hecho, que representó un fortísimo golpe moral para el zarismo. ( Angelo S. Rappoport: Pioneers of the Russian Revolution).
LA CONSOLIDACIÓN DEL RÉGIMEN SOVIÉTICO
Si bien desde 1917 hubo un predominio judío en prácticamente todos los departamentos estatales soviéticos, en dos -las finanzas y la policía- no se dio predominio, sino poder absoluto.
Se han escrito centenares de libros sobre las monstruosidades cometidas no sólo durante la Revolución sino también después. El propio Gobierno soviético reconoció en 1935 que la cifra oficial de muertos causados por la Revolución era de unos 28 millones. (Marie Kerhuel: Le colosse aux pieds díargile, página 156). Más tarde -1940- Molotoff daba una cifra más modesta: 12 millones, si bien no tenía en cuenta naturalmente a los muertos en los campos de trabajo de Siberia y de la Vorkuta, en el Círculo Polar. (Se trataba, al parecer, de «decesos por causas naturales»), ni a las comunidades que habían sido objeto de la «ingeniería social», tales como los alemanes del Volga y los fineses de Carelia Meridional, que desaparecieron sin dejar rastro.
Un comunicado de la Agencia Reuter (Rostov 31 de julio de 1919) reproducido por diversos periódicos occidentales (entre otros Vieille France, nº 137), relató las atrocidades de la Cheresvichaika, «Comisión de la Cheka judeobolchevique» de Kharkov.
En Kiev se batieron, al parecer, todos los récords de brutalidad y de infamia. «Todos los burgueses bolcheviques eran judíos. Los dos máximos responsables de la Cheka local eran Rakovsky, judío, de Bulgaria naturalizado rumano, y Latsis, judío de Letonia, presidente de la Comisión Extraordinaria para la supresión de la contrarrevolución. Éstos individuos utilizaban, sobre todo, a chinos y mongoles.» Las matanzas eran presididas por los propios comisarios. Era corriente que los verdugos practicaran una incisión en derredor del antebrazo, revolviendo luego la piel como si se tratara de un guante. (Le Passé, les Temps Présents et la Question Juive, pág. 297).
Fue la Rusia soviética el primer país del mundo en considerar el "antisemitismo" un delito, sancionado con penas que podían llegar a la muerte. El trotskista Simon Blumenthal calificó a la Revolución rusa de «progrom al revés».
Resulta, pues, evidente que con objeto de guardar al menos las apariencias, los llamados gobiernos democráticos de Occidente debieron practicar una política de oposición formal contra la U.RS.S. Es cierto -ya lo hemos visto- que en 1918 y 1919 Inglaterra envió armamento a los voluntarios bálticos que luchaban contra los invasores rojos mandados por Trotsky y Gamarnik, e incluso envió un pequeño destacamento que operó en la zona de Arkangelsk, pero entre tanto, el Ejército rojo estaba siendo, simultáneamente, armado desde Occidente. El reverendo Denis Fahey nos habla de la enorme responsabilidad de Inglaterra en la definitiva consolidación del régimen soviético en Rusia en su obra "The Rulers of Russia". Ayuda económica, militar y financiera, que anteriormente había sido negada al zar. El escritor alemán Ernst von Salomon, que fue miembro de la legión de voluntarios «Baltikum» que luchó contra los rojos en las marcas orientales de Alemania y en Lituania nos dice que, cuando las tropas alemanas iban a entrar en Riga, en el invierno de 1919, la flota británica intervino en favor de los comunistas estonianos y rusos, impidiendo la liberación de la ciudad. (Ernst Von Salomon: Die Geachteten. Esa medida recibió el beneplácito de los altos círculos ultraconservadores británicos que, con su clásica miopía «patriótica», aprobaban ese nuevo bofetón dado a Alemania. ¡El viejo «two power standard»! (N. del A.)
Mas no fueron sólo los ingleses, sino también los americanos, los franceses y el Gobierno alemán de Weimar, nacido de la derrota y tan impopular como incapaz, quienes contribuyeron a sostener a los bolcheviques impidiendo que el caos que éstos habían provocado les devorara a ellos mismos.
En 1923, Walter Rathenau, el hombre fuerte de la República alemana, firmaba el Tratado de Rapallo con los representantes de la Unión Soviética. Por el mismo, Alemania venía a reconocer de jure, al régimen bolchevique, e iniciaba con él una larga etapa de colaboración económica. Fueron signatarios de esa auténtica traición a Europa, representando a Alemania, además de Rathenau, sus correligionarios Mendelssohn y Von Ballin, y por parte soviética, Trotsky, Litvinoff, Rakovsky, Joffé, Sobelssohn Radek y Tchitcherine.
Entretanto, el «consejero privado» del presidente Wilson, el bien conocido «coronel» Mandell House conseguía que se reconociese el derecho de los comerciantes y financieros norteamericanos a tratar libremente con la U.R.S.S. El escritor y publicista inglés Wickham Steed, por su parte, cuenta que «en el mes de febrero regresaron de Moscú los señores MandeIl House, William C. Bullitt y Lincoln Steffens, que habían ido a Rusia a estudiar las posibilidades de una apertura de negociaciones con la U.R.S.S. Lloyd George y Poincaré estaban al corriente de esas negociaciones y las aprobaban... Poderosos intereses financieros internacionales actuaban en favor de un reconocimiento inmediato de los bolcheviques... El banquero Jacob Schiff presionaba constantemente al presidente Wilson para que reconociera el régimen soviético que padecía, entonces, una intensa crisis interior, tanto política como económica... En el Daily Mail yo protestaba enérgicamente, el 27 de marzo, contra toda intención de reconocer a los energúmenos cuya finalidad confesada es subvertir el orden de Occidente y someterlo a la más repugnante tiranía... El coronel House me rogó que fuera a verlo...; él (House) me increpó duramente por mi oposición periodística al reconocimiento del régimen soviético... Después me enteré de que Lloyd George y Wilson aceptarían, al día siguiente, las sugerencias de los señores Bullitt y House. Y así sucedió en efecto». (Henry Wickham Steed, editor del Times, de Londres, 1919-1922: Through Thir-ty Years, págs. 301o304).
House, que ostentaba indebidamente el título de «coronel», ocupaba junto a Wilson una posición par a la de un visir de sultanato árabe. En tan caracterizada «democracia» como Norteamérica, sin haber recibido los votos de sus conciudadanos, un Bernard Baruch aconsejaba a los presidentes votados por el pueblo «soberano», y un «coronel» House velaba por el exacto cumplimiento de tales consejos. Ese coronel que abogaba insistentemente por el reconocimiento de los bolcheviques, procedía, naturalmente, de una familia acomodada
En enero de 1925, el Gobierno británico reconocía de jure al soviético. Francia, seguiría pocos meses después. En 1926, se firmaba el acuerdo Rockefeller -Stalin, que aseguraba a la U.R.S.S. la financiación y el desarrollo de sus recursos petrolíferos. En 1933, el presidente Roosevelt reconocía a la Unión Soviética. William C. Bullitt, primer embajador americano en el Kremlin, era pomposamente recibido por Stalin. Una oleada de millones de dólares, libras, francos y marcos cayó sobre la Rusia bolchevizada. Centenares de técnicos de los países capitalistas contribuyeron al desarrollo y renovación de la industria rusa; Averell Harriman dirigía una concesión de manganeso en el Cáucaso (15); Roben BIum, hijo del futuro Primer Ministro de Francia Léon Blum Karfulkenstein, era «manager» de una filial de la poderosa industria Weiler, que fabricaba los motores de aviación «Júpiter» para el Gobierno soviético; Walter Rathenau y su correligionario Heinemann hacían empréstito tras empréstito a la U.R.S.S., mientras en «su» patria Alemania, seis millones de obreros permanecían en paro forzoso y las empresas privadas quebraban a millares. En París los banqueros Aschberg y Kagan, alias Kaganovich, asociado gerente de la poderosa Banca Seligman et Cíe, facilitaban, a través de sus numerosas relaciones e influencias, la colocación de los empréstitos soviéticos en Francia. En 1935, un grupo de magnates de la industria y de la finanza francesas se desplazaba a Moscú para ampliar las relaciones comerciales con la U.R.S.S.; los judíos René Mayer, Pierre Schweissguth, de la Banque Mirabaud et Cíe., y el «rey de la electricidad» Ernest Mercier formaban parte del séquito, mientras, en el Senado, el barón Maurice de Rothschild abogaba por la ratificación del Pacto francosoviético (16). El trust Vickers & Maxim, continuaba sirviendo pedidos de armas y aviones para el Kremlin. (15) Según confesión del propio Harriman en su libro ¿Paz con Rusia?
(16) Henry Coston: Les Financien qui ménent te monde, pág. 117.
Todo lo hasta ahora dicho de la estrecha relación entre el comunismo y la alta finanza sionista no son, sin embargo, más que unas pinceladas en el cuadro de la cínica alianza entre el capitalismo y el comunismo, dos sistemas falsamente opuestos, en realidad complementarios, y obedientes a un mando común. Y así, mientras Stalin recibía fastuosamente en Moscú a Félix Warburg, el Buda de Wall Street, factótum de la poderosa Kuhn, Loeb & Co. y del Federal Reserve Bank, y miembro prominentísimo del Kahal de Nueva York, una insidiosa campaña mundial de Prensa, hecha de relatos «objetivos realistas» preparaba psicológicamente al mundo civilizado para que, al ejemplo de sus corruptos gobernantes, aceptara la persistencia del régimen asesino de la U.R.S.S. como algo perfectamente normal y conforme a la naturaleza de las cosas.
EL MITO DEL ANTISEMITISMO Y EL VERDADERO ORIGEN RACIAL DE STALIN Sabido es que a la muerte de Lenin, Joseph Vissarionovitch Djugaschvili, alias Stalin (Acero) le sucedió en el cargo de secretario general del Partido comunista. Stalin fue el «dictador» de Rusia desde 1924 hasta 1953. Casado, sucesivamente, con tres judías, Ekaterina Swanidtze, Nadia Allelujevna y Rosa Kaganovich, hermana ésta última del jerarca Lazar Kaganovich, los expertos occidentales en cuestiones soviéticas consideraron a Stalin, durante largo tiempo, como georgiano. Ciertos estrategas de salón incluso llegaron a pretender que Stalin era el continuador de la vieja constante nacional rusa, una especie de Pedro el Grande, un gran patriota paneslavo... Y cuando en 1926 expulsó a Trotsky de Rusia y persiguió a determinados jerarcas judíos, ciertos periódicos y agencias de noticias internacionales denunciaron un supuesto «antisemitismo» estaliniano.
Lo que no dijeron, empero, es que la caída en desgracia de Trotsky y su camarilla, y más tarde de Kamenev, Zinoviev, Bukharin, etc., significó la elevación a cargos de altísimo rango político de hombres como Heinrich Jagoda (Herschel), Vishinsky, Jacob Malik, Wallach-Litvinoff, Yadanoff, Yézoff y otros muchos, todos ellos judíos. La «Gran Prensa» de Occidente, presentó como «medidas antisemitas» de Stalin lo que no eran más que consecuencias de la lucha por el poder. Es posible que, también, las diferencias que, desde un punto de vista táctico -no ideológico-, separaban al antiguo atracador de Bancos Djugaschvili (partidario de una revolución gradual) del marido de la multimillonaria Sedova Givotovsky (apóstol de la revolución mundial inmediata) influyeran en el odio fanático que sentían el uno por el otro. Pero lo que es materialmente imposible es que la rivalidad Stalin-Trotsky fuera el reflejo de una verdadera oposición entre los intereses del viejo bolchevismo judío y los del neopatriotismo comunista ruso.
Se sabe también que el iniciador de Stalin en la doctrina marxista fue el hebreo georgiano Noah Zhordania, mientras que su «hombre de confianza» y encargado de organizar su protección personal era otro correligionario, Jakob Lazarevitch Menkhlis.
El llamado «antisemitismo» de Stalin -como el posterior «antisemitismo» de Krutschev, casado con una judía, rodeado de judíos y posiblemente judío él mismo- no son más que hábiles escenificaciones propagandísticas, destinadas a hacer creer a la opinión pública occidental que judaísmo y comunismo son diferentes y hasta antagónicos...
Si Stalin hubiera sido un «antisemita», hubiera liquidado la influencia judía en la U.R.S.S., o al menos la hubiera limitado seriamente. No obstante, según Charles Sarolea: «Estoy dispuesto a admitir que la población judía en Rusia es pequeña en relación a la población total del país, pero también los ingleses representan una fracción infinitesimal de la población de la India. Pero no es menos cierto que unos cuantos centenares de jerarcas, asistidos por unos cuantos millares de funcionarios judíos controlan tan perfectamente a Rusia como los quinientos funcionarios angloindios controlan la India. Para cualquier persona que haya viajado en Rusia negar una tal verdad equivale a negar la evidencia de sus sentidos.... (Charles Sarolea: Impressions of Soviets Russia).
Sarolea, catedrático de la Universidad de Edimburgo, escribió su obra en 1924. En 1931, apareció otro libro de D. Petrovsky, en el que se muestra que entre el 75 y el 85% del funcionariado soviético continuaba siendo judío. (D. Petrovsky: La Russie sous les Juifs. ed. La Baudiniére, Paris, 1931).
En el XV Congreso del Partido comunista de la U.R.S.S., por ejemplo, formaron parte, como miembros del Comité Central, además de Stalin, Rykov (judío), Vorochilov (ruso), Kuibychev (judío), Kalinin (judío), Molotov (ruso), Tomski (judío), Bukharin (judío), Uglanov (?), Petrovsky (ruso), Kaganovich (judío), Andreiev (judío), Kirov (ruso), Mikoyan (judío), Kossior (judío), Tchubar (judío). Es decir que, a parte el zar rojo, de entre los quince jerarcas detentando el ...
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